Génesis

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The Hebrew word Beresheet, which means "in the beginning," opens the Book of Genesis.

El libro de Génesis es el primero libro en la biblia. Más específicamente es la primero libro de la Torah (cinco libros de Moisés), y es el primero libro de la Tanakh (el biblia de Hebreo) o la biblia de la cristiano viejo testamento. La palabra es griego (Γένεσις) cual para tiene la significa de (El "nacimiento", la "creación", la "causa", "empezar", la "fuente" y el "origen"). mas cristianos creen la libro de Génesis fue escrite por Moisés. Eso diga las historias del creacion; Adán y Víspera; el Otoño de hombre; Cain y Capaz; Noé y la inundación; Covonant de dios con Abraham; Abraham y Isaac; Jacob y Esaú; Joseph y sus hermanos.


capítulo 1

La creación

1 Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. 2 La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu[a] de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas. 3 Y dijo Dios: «¡Que exista la luz!» Y la luz llegó a existir. 4 Dios consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas. 5 A la luz la llamó «día», y a las tinieblas, «noche». Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el primer día. 6 Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento en medio de las aguas, y que las separe!» 7 Y así sucedió: Dios hizo el firmamento y separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba. 8 Al firmamento Dios lo llamó «cielo». Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el segundo día.

9 Y dijo Dios: «¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar, y que aparezca lo seco!» Y así sucedió.10 A lo seco Dios lo llamó «tierra», y al conjunto de aguas lo llamó «mar». Y Dios consideró que esto era bueno. 11 Y dijo Dios: «¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!» Y así sucedió.12 Comenzó a brotar la vegetación: hierbas que dan semilla, y árboles que dan su fruto con semilla, todos según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno. 13 Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el tercer día.

14 Y dijo Dios: «¡Que haya luces en el firmamento que separen el día de la noche; que sirvan como señales de las estaciones, de los días y de los años, 15 y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra!» Y sucedió así.16 Dios hizo los dos grandes astros: el astro mayor para gobernar el día, y el menor para gobernar la noche. También hizo las estrellas. 17 Dios colocó en el firmamento los astros para alumbrar la tierra. 18 Los hizo para gobernar el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios consideró que esto era bueno. 19 Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el cuarto día.

20 Y dijo Dios: «¡Que rebosen de seres vivientes las aguas, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del firmamento!» 21 Y creó Dios los grandes animales marinos, y todos los seres vivientes que se mueven y pululan en las aguas y todas las aves, según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno, 22 y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares. ¡Que las aves se multipliquen sobre la tierra!» 23 Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el quinto día.

24 Y dijo Dios: «¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes, y reptiles, según su especie!» Y sucedió así.25 Dios hizo los animales domésticos, los animales salvajes, y todos los reptiles, según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno, 26 y dijo: «Hagamos al *ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes,[b] y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» 27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios.

  • Hombre y mujer los creó,

28 y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» 29 También les dijo: «Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento. 30 Y doy la hierba verde como alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra.» Y así sucedió.31 Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el sexto día.

capítulo 2

1 Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. 2 Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. 3 Dios bendijo el séptimo día, y lo *santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora. 4 Ésta es la historia[a] de la creación de los cielos y la tierra. Adán y Eva Cuando Dios el Señor hizo la tierra y los cielos,5 aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía el *hombre para que la cultivara.6 No obstante, salía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo.7 Y Dios el Señor formó al hombre[b] del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. 8 Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado.9 Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal. 10 Del Edén nacía un río que regaba el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro ríos menores.11 El primero se llamaba Pisón, y recorría toda la región de Javilá, donde había oro.12 El oro de esa región era fino, y también había allí resina muy buena y piedra de ónice.13 El segundo se llamaba Guijón, que recorría toda la región de Cus.[c]14 El tercero se llamaba Tigris, que corría al este de Asiria. El cuarto era el Éufrates. 15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara,16 y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín,17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.» 18 Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»19 Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué *nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce.20 Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre. 21 Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida.22 De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre,23 el cual exclamó: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará "mujer" [d] porque del hombre fue sacada.» 24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.[e] 25 En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.

capítulo 3

La caída del ser humano 1 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? 2 —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—.3 Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: "No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán." 4 Pero la serpiente le dijo a la mujer:

—¡No es cierto, no van a morir!5 Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. 6 La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió.7 En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. 8 Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el *hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera.9 Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:

—¿Dónde estás? 10 El hombre contestó:

—Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. 11 —¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? 12 Él respondió:

—La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. 13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer:

—¿Qué es lo que has hecho?

—La serpiente me engañó, y comí —contestó ella. 14 Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: «Por causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. 15 Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.» 16 A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará.» 17 Al hombre le dijo: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. 18 La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. 19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás.» 20 El hombre llamó Eva[a] a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente. 21 Dios el Señor hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió.22 Y dijo: «El *ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.»23 Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho.24 Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los *querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida.

capítulo 4

Caín y Abel 1 El *hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín.[a] Y dijo: «¡Con la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!»2 Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra.3 Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra.4 Abel también presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda,5 pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo. 6 Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo?7 Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.» 8 Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató. 9 El Señor le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel?

—No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano? 10 —¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia.11 Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra, la cual ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano, que tú has derramado.12 Cuando cultives la tierra, no te dará sus frutos, y en el mundo serás un fugitivo errante. 13 —Este castigo es más de lo que puedo soportar —le dijo Caín al Señor—.14 Hoy me condenas al destierro, y nunca más podré estar en tu presencia. Andaré por el mundo errante como un fugitivo, y cualquiera que me encuentre me matará. 15 —No será así[b] —replicó el Señor—. El que mate a Caín, será castigado siete veces.

Entonces el Señor le puso una marca a Caín, para que no fuera a matarlo quien lo hallara.16 Así Caín se alejó de la presencia del Señor y se fue a vivir a la región llamada Nod,[c] al este del Edén. 17 Caín se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Caín había estado construyendo una ciudad, a la que le puso el *nombre de su hijo Enoc.18 Luego Enoc tuvo un hijo llamado Irad, que fue el padre de Mejuyael. Éste, a su vez, fue el padre de Metusael, y Metusael fue el padre de Lamec.19 Lamec tuvo dos mujeres. Una de ellas se llamaba Ada, y la otra Zila.20 Ada dio a luz a Jabal, quien a su vez fue el antepasado de los que viven en tiendas de campaña y crían ganado.21 Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, quien fue el antepasado de los que tocan el arpa y la flauta.22 Por su parte, Zila dio a luz a Tubal Caín, que fue herrero y forjador de toda clase de herramientas de bronce y de hierro. Tubal Caín tuvo una hermana que se llamaba Noamá. 23 Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila: «¡Escuchen bien, mujeres de Lamec! ¡Escuchen mis palabras! Maté a un hombre por haberme herido, y a un muchacho por golpearme. 24 Si Caín será vengado siete veces, setenta y siete veces será vengado Lamec.» 25 Adán volvió a unirse a su mujer, y ella tuvo un hijo al que llamó Set,[d] porque dijo: «Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel, al que mató Caín.»26 También Set tuvo un hijo, a quien llamó Enós. Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.

capítulo 5

Descendientes de Adán 1 Ésta es la lista de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó al *ser humano, lo hizo a semejanza de Dios mismo.2 Los creó *hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó «seres humanos».[a] 3 Cuando Adán llegó a la edad de ciento treinta años, tuvo un hijo a su imagen y semejanza, y lo llamó Set.4 Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.5 De modo que Adán murió a los novecientos treinta años de edad. 6 Set tenía ciento cinco años cuando fue padre de[b] Enós.7 Después del nacimiento de Enós, Set vivió ochocientos siete años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.8 De modo que Set murió a los novecientos doce años de edad. 9 Enós tenía noventa años cuando fue padre de Cainán.10 Después del nacimiento de Cainán, Enós vivió ochocientos quince años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.11 De modo que Enós murió a los novecientos cinco años de edad. 12 Cainán tenía setenta años cuando fue padre de Malalel.13 Después del nacimiento de Malalel, Cainán vivió ochocientos cuarenta años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.14 De modo que Cainán murió a los novecientos diez años de edad. 15 Malalel tenía sesenta y cinco años cuando fue padre de Jared.16 Después del nacimiento de Jared, Malalel vivió ochocientos treinta años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.17 De modo que Malalel murió a los ochocientos noventa y cinco años de edad. 18 Jared tenía ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Enoc.19 Después del nacimiento de Enoc, Jared vivió ochocientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.20 De modo que Jared murió a los novecientos sesenta y dos años de edad. 21 Enoc tenía sesenta y cinco años cuando fue padre de Matusalén.22 Después del nacimiento de Matusalén, Enoc anduvo fielmente con Dios trescientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.23 En total, Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años,24 y como anduvo fielmente con Dios, un día desapareció porque Dios se lo llevó. 25 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando fue padre de Lamec.26 Después del nacimiento de Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.27 De modo que Matusalén murió a los novecientos sesenta y nueve años de edad. 28 Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando fue padre de Noé.[c]29 Le dio ese *nombre porque dijo: «Este niño nos dará descanso en nuestra tarea y penosos trabajos, en esta tierra que maldijo el Señor.»30 Después del nacimiento de Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años más, y tuvo otros hijos y otras hijas.31 De modo que Lamec murió a los setecientos setenta y siete años de edad. 32 Noé ya había cumplido quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.

capítulo 6

La maldad humana 1 Cuando los *seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y tuvieron hijas,2 los hijos de Dios vieron que las hijas de los seres humanos eran hermosas. Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon.3 Pero el Señor dijo: «Mi espíritu no permanecerá en el *ser humano para siempre, porque no es más que un simple *mortal; por eso vivirá solamente ciento veinte años.» 4 Al unirse los hijos de Dios con las hijas de los seres humanos y tener hijos con ellas, nacieron gigantes, que fueron los famosos héroes de antaño. A partir de entonces hubo gigantes en la tierra. 5 Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal,6 se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón.7 Entonces dijo: «Voy a borrar de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me arrepiento de haberlos creado!»8 Pero Noé contaba con el favor del Señor.

El diluvio 9 Ésta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios.10 Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.11 Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia.12 Al ver Dios tanta corrupción en la tierra, y tanta perversión en la gente,13 le dijo a Noé: «He decidido acabar con toda la gente, pues por causa de ella la tierra está llena de violencia. Así que voy a destruir a la gente junto con la tierra.14 Constrúyete un arca de madera resinosa,[a] hazle compartimentos, y cúbrela con brea por dentro y por fuera.15 Dale las siguientes medidas: ciento cuarenta metros de largo, veintitrés de ancho y catorce de alto.[b]16 Hazla de tres pisos, con una abertura a medio metro[c] del techo y con una puerta en uno de sus costados.17 Porque voy a enviar un diluvio sobre la tierra, para destruir a todos los seres vivientes bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra morirá.18 Pero contigo estableceré mi *pacto, y entrarán en el arca tú y tus hijos, tu esposa y tus nueras.19 Haz que entre en el arca una pareja de todos los seres vivientes, es decir, un macho y una hembra de cada especie, para que sobrevivan contigo.20 Contigo entrará también una pareja de cada especie de aves, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir.21 Recoge además toda clase de alimento, y almacénalo, para que a ti y a ellos les sirva de comida.»22 Y Noé hizo todo según lo que Dios le había mandado.

capítulo 7

1 El Señor le dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, porque tú eres el único *hombre justo que he encontrado en esta generación.2 De todos los animales puros, lleva siete machos y siete hembras; pero de los impuros, sólo un macho y una hembra.3 Lleva también siete machos y siete hembras de las aves del cielo, para conservar su especie sobre la tierra.4 Porque dentro de siete días haré que llueva sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y así borraré de la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.» 5 Noé hizo todo de acuerdo con lo que el Señor le había mandado.6 Tenía Noé seiscientos años de edad cuando las aguas del diluvio inundaron la tierra.7 Entonces entró en el arca junto con sus hijos, su esposa y sus nueras, para salvarse de las aguas del diluvio.8 De los animales puros e impuros, de las aves y de todos los seres que se arrastran por el suelo,9 entraron con Noé por parejas, el macho y su hembra, tal como Dios se lo había mandado.10 Al cabo de los siete días, las aguas del diluvio comenzaron a caer sobre la tierra. 11 Cuando Noé tenía seiscientos años, precisamente en el día diecisiete del mes segundo, se reventaron las fuentes del mar profundo y se abrieron las compuertas del cielo.12 Cuarenta días y cuarenta noches llovió sobre la tierra.13 Ese mismo día entraron en el arca Noé, sus hijos Sem, Cam y Jafet, su esposa y sus tres nueras.14 Junto con ellos entró toda clase de animales salvajes y domésticos, de animales que se arrastran por el suelo, y de aves.15 Así entraron en el arca con Noé parejas de todos los seres vivientes;16 entraron un macho y una hembra de cada especie, tal como Dios se lo había mandado a Noé. Luego el Señor cerró la puerta del arca. 17 El diluvio cayó sobre la tierra durante cuarenta días. Cuando crecieron las aguas, elevaron el arca por encima de la tierra.18 Las aguas crecían y aumentaban cada vez más, pero el arca se mantenía a flote sobre ellas.19 Tanto crecieron las aguas, que cubrieron las montañas más altas que hay debajo de los cielos.20 El nivel del agua subió más de siete metros[a] por encima de las montañas.21 Así murió todo *ser viviente que se movía sobre la tierra: las aves, los animales salvajes y domésticos, todo tipo de animal que se arrastraba por el suelo, y todo ser humano.22 Pereció todo ser que habitaba la tierra firme y tenía aliento de vida.23 Dios borró de la faz de la tierra a todo ser viviente, desde los seres humanos hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo. Todos fueron borrados de la faz de la tierra. Sólo quedaron Noé y los que estaban con él en el arca.24 Y la tierra quedó inundada ciento cincuenta días.

capítulo 8

1 Dios se acordó entonces de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo que soplara un fuerte viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a bajar.2 Se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo, y dejó de llover.3 Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra. Al cabo de ciento cincuenta días las aguas habían disminuido.4 El día diecisiete del mes séptimo el arca se detuvo sobre las montañas de Ararat,5 y las aguas siguieron bajando hasta que el primer día del mes décimo pudieron verse las cimas de las montañas. 6 Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que había hecho7 y soltó un cuervo, el cual estuvo volando de un lado a otro, esperando a que se secara la tierra.8 Luego soltó una paloma, para ver si las aguas que cubrían la tierra ya se habían retirado.9 Pero la paloma no encontró un lugar donde posarse, y volvió al arca porque las aguas aún cubrían la tierra. Noé extendió la mano, tomó la paloma y la metió consigo en el arca.10 Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma fuera del arca.11 Caía la noche cuando la paloma regresó, trayendo en su pico una ramita de olivo recién cortada. Así Noé se dio cuenta de que las aguas habían bajado hasta dejar la tierra al descubierto.12 Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma, pero esta vez la paloma ya no regresó. 13 Noé tenía seiscientos un años cuando las aguas se secaron. El primer día del primer mes de ese año, Noé quitó la cubierta del arca y vio que la tierra estaba seca.14 Para el día veintisiete del segundo mes, la tierra estaba ya completamente seca.15 Entonces Dios le dijo a Noé:16 «Sal del arca junto con tus hijos, tu esposa y tus nueras.17 Saca también a todos los seres vivientes que están contigo: las aves, el ganado y todos los animales que se arrastran por el suelo. ¡Que sean fecundos! ¡Que se multipliquen y llenen la tierra!» 18 Salieron, pues, del arca Noé y sus hijos, su esposa y sus nueras.19 Salieron también todos los animales: el ganado, las aves, y todos los reptiles que se mueven sobre la tierra, cada uno según su especie. 20 Luego Noé construyó un altar al Señor, y sobre ese altar ofreció como *holocausto animales puros y aves puras.21 Cuando el Señor percibió el grato aroma, se dijo a sí mismo: «Aunque las intenciones del *ser humano son perversas desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa suya. Tampoco volveré a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. 22 »Mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches.»

capítulo 9

Génesis 9 El pacto de Dios con Noé 1 Dios bendijo a Noé y a sus hijos con estas palabras: «Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra.2 Todos los animales de la tierra sentirán temor y respeto ante ustedes: las aves, las bestias salvajes, los animales que se arrastran por el suelo, y los peces del mar. Todos estarán bajo su dominio.3 Todo lo que se mueve y tiene vida, al igual que las verduras, les servirá de alimento. Yo les doy todo esto.4 Pero no deberán comer carne con su *vida, es decir, con su sangre.5 Por cierto, de la sangre de ustedes yo habré de pedirles cuentas. A todos los animales y a todos los seres humanos les pediré cuentas de la vida de sus semejantes. 6 »Si alguien derrama la sangre de un *ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios mismo. 7 »En cuanto a ustedes, sean fecundos y multiplíquense; sí, multiplíquense y llenen la tierra.» 8 Dios les habló otra vez a Noé y a sus hijos, y les dijo:9 «Yo establezco mi *pacto con ustedes, con sus descendientes,10 y con todos los seres vivientes que están con ustedes, es decir, con todos los seres vivientes de la tierra que salieron del arca: las aves, y los animales domésticos y salvajes.11 Éste es mi pacto con ustedes: Nunca más serán exterminados los seres humanos por un diluvio; nunca más habrá un diluvio que destruya la tierra.» 12 Y Dios añadió: «Ésta es la señal del pacto que establezco para siempre con ustedes y con todos los seres vivientes que los acompañan:13 He colocado mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de mi pacto con la tierra.14 Cuando yo cubra la tierra de nubes, y en ellas aparezca el arco iris,15 me acordaré del pacto que he establecido con ustedes y con todos los seres vivientes. Nunca más las aguas se convertirán en un diluvio para destruir a todos los mortales.16 Cada vez que aparezca el arco iris entre las nubes, yo lo veré y me acordaré del pacto que establecí para siempre con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra.» 17 Dios concluyó diciéndole a Noé: «Éste es el pacto que establezco con todos los seres vivientes que hay en la tierra.»


Los hijos de Noé 18 Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam, que fue el padre de Canaán, y Jafet.19 Éstos fueron los tres hijos de Noé que con su descendencia poblaron toda la tierra. 20 Noé se dedicó a cultivar la tierra, y plantó una viña.21 Un día, bebió vino y se embriagó, quedándose desnudo dentro de su carpa.22 Cam, el padre de Canaán, vio a su padre desnudo y fue a contárselo a sus hermanos, que estaban afuera.23 Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron sobre los hombros, y caminando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre. Como miraban en dirección opuesta, no lo vieron desnudo. 24 Cuando Noé despertó de su borrachera y se enteró de lo que su hijo menor le había hecho,25 declaró: «¡Maldito sea Canaán! Será de sus dos hermanos el más bajo de sus esclavos.» 26 Y agregó: «¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo! 27 ¡Que Dios extienda el territorio de Jafet![a] ¡Que habite Jafet en los campamentos de Sem, y que Canaán sea su esclavo!» 28 Después del diluvio Noé vivió trescientos cincuenta años más,29 de modo que murió a la edad de novecientos cincuenta años.

capítulo 10

Las naciones de la tierra (A) (B) 1 Ésta es la historia de Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, quienes después del diluvio tuvieron sus propios hijos.2 Los hijos[a] de Jafet fueron Gómer, Magog, Maday, Javán, Tubal, Mésec y Tirás.3 Los hijos de Gómer fueron Asquenaz, Rifat y Togarma.4 Los hijos de Javán fueron Elisá, Tarsis, Quitín y Rodanín.[b] 5 Algunos de ellos, que poblaron las costas, formaron naciones y clanes en sus respectivos territorios y con sus propios idiomas.6 Los hijos de Cam fueron Cus, Misrayin, Fut y Canaán.7 Los hijos de Cus fueron Seba, Javilá, Sabtá, Ragama y Sabteca. Los hijos de Ragama fueron Sabá y Dedán. 8 Cus fue el padre de Nimrod, conocido como el primer hombre fuerte de la tierra,9 quien llegó a ser un valiente cazador ante el Señor. Por eso se dice: «Como Nimrod, valiente cazador ante el Señor.»10 Las principales ciudades de su reino fueron Babel, Érec, Acad y Calné, en la región de Sinar.11 Desde esa región Nimrod salió hacia Asur, donde construyó[c] las ciudades de Nínive, Rejobot Ir,[d] Cala12 y Resén, la gran ciudad que está entre Nínive y Cala.13 Misrayin fue el antepasado de los ludeos, los anameos, los leabitas, los naftuitas,14 los patruseos, los caslujitas y los caftoritas, de quienes descienden los filisteos.15 Canaán fue el padre de Sidón, su primogénito, y de Het,16 y el antepasado de los jebuseos, los amorreos, los gergeseos,17 los heveos, los araceos, los sineos,18 los arvadeos, los zemareos y los jamatitas. Luego, estos clanes cananeos se dispersaron,19 y su territorio se extendió desde Sidón hasta Guerar y Gaza, y en dirección de Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboyín, hasta Lasa. 20 Éstos fueron los descendientes de Cam, según sus clanes e idiomas, territorios y naciones.

21 Sem, antepasado de todos los hijos de Éber, y hermano mayor de Jafet, también tuvo hijos.22 Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.23 Los hijos de Aram fueron Uz, Hul, Guéter y Mas.24 Arfaxad fue el padre de Selaj. Selaj fue el padre de Éber.25 Éber tuvo dos hijos: el primero se llamó Péleg,[e] porque en su tiempo se dividió la tierra; su hermano se llamó Joctán.26 Joctán fue el padre de Almodad, Sélef, Jazar Mávet, Yeraj,27 Hadorán, Uzal, Diclá,28 Obal, Abimael, Sabá,29 Ofir, Javilá y Jobab. Todos éstos fueron hijos de Joctán,30 y vivieron en la región que va desde Mesá hasta Sefar, en la región montañosa oriental. 31 Éstos fueron los hijos de Sem, según sus clanes y sus idiomas, sus territorios y naciones.

32 Éstos son los clanes de los hijos de Noé, según sus genealogías y sus naciones. A partir de estos clanes, las naciones se extendieron sobre la tierra después del diluvio.

capítulo 11

La torre de Babel 1 En ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la tierra.2 Al emigrar al oriente, la gente encontró una llanura en la región de Sinar, y allí se asentaron.3 Un día se dijeron unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos, y a cocerlos al fuego.» Fue así como usaron ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla.4 Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra.» 5 Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los *hombres estaban construyendo,6 y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr.7 Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos.» 8 De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad.9 Por eso a la ciudad se le llamó Babel,[a] porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo.

Descendientes de Sem (A) 10 Ésta es la historia de Sem: Dos años después del diluvio, cuando Sem tenía cien años, nació su hijo Arfaxad.11 Después del nacimiento de Arfaxad, Sem vivió quinientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 12 Cuando Arfaxad tenía treinta y cinco años, nació su hijo Selaj.13 Después del nacimiento de Selaj, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 14 Cuando Selaj tenía treinta años, nació su hijo Éber.15 Después del nacimiento de Éber, Selaj vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 16 Cuando Éber tenía treinta y cuatro años, nació su hijo Péleg.17 Después del nacimiento de Péleg, Éber vivió cuatrocientos treinta años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 18 Cuando Péleg tenía treinta años, nació su hijo Reú.19 Después del nacimiento de Reú, Péleg vivió doscientos nueve años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 20 Cuando Reú tenía treinta y dos años, nació su hijo Serug.21 Después del nacimiento de Serug, Reú vivió doscientos siete años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 22 Cuando Serug tenía treinta años, nació su hijo Najor.23 Después del nacimiento de Najor, Serug vivió doscientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 24 Cuando Najor tenía veintinueve años, nació su hijo Téraj.25 Después del nacimiento de Téraj, Najor vivió ciento diecinueve años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. 26 Cuando Téraj tenía setenta años, ya habían nacido sus hijos Abram, Najor y Jarán.


Descendientes de Téraj 27 Ésta es la historia de Téraj, el padre de Abram, Najor y Jarán. Jarán fue el padre de Lot,28 y murió en Ur de los *caldeos, su tierra natal, cuando su padre Téraj aún vivía.29 Abram se casó con Saray, y Najor se casó con Milca, la hija de Jarán, el cual tuvo otra hija llamada Iscá.30 Pero Saray era estéril; no podía tener hijos. 31 Téraj salió de Ur de los caldeos rumbo a Canaán. Se fue con su hijo Abram, su nieto Lot y su nuera Saray, la esposa de Abram. Sin embargo, al llegar a la ciudad de Jarán, se quedaron a vivir en aquel lugar,32 y allí mismo murió Téraj a los doscientos años de edad.

capítulo 12

Llamamiento de Abram 1 El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. 2 »Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu *nombre, y serás una bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!» 4 Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.5 Al encaminarse hacia la tierra de Canaán, Abram se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot, a toda la gente que habían adquirido en Jarán, y todos los bienes que habían acumulado. Cuando llegaron a Canaán,6 Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Siquén, donde se encuentra la encina sagrada de Moré. En aquella época, los cananeos vivían en esa región.7 Allí el Señor se le apareció a Abram y le dijo: «Yo le daré esta tierra a tu descendencia.» Entonces Abram erigió un altar al Señor, porque se le había aparecido.8 De allí se dirigió a la región montañosa que está al este de Betel, donde armó su campamento, teniendo a Betel al oeste y Hai al este. También en ese lugar erigió un altar al Señor e invocó su nombre.9 Después, Abram siguió su viaje por etapas hasta llegar a la región del Néguev.


Abram en Egipto 10 En ese entonces, hubo tanta hambre en aquella región que Abram se fue a vivir a Egipto.11 Cuando estaba por entrar a Egipto, le dijo a su esposa Saray: «Yo sé que eres una mujer muy hermosa.12 Estoy seguro que en cuanto te vean los egipcios, dirán: "Es su esposa" ; entonces a mí me matarán, pero a ti te dejarán con vida.13 Por favor, di que eres mi hermana, para que gracias a ti me vaya bien y me dejen con vida.» 14 Cuando Abram llegó a Egipto, los egipcios vieron que Saray era muy hermosa.15 También los funcionarios del faraón la vieron, y fueron a contarle al faraón lo hermosa que era. Entonces la llevaron al palacio real.16 Gracias a ella trataron muy bien a Abram. Le dieron ovejas, vacas, esclavos y esclavas, asnos y asnas, y camellos.17 Pero por causa de Saray, la esposa de Abram, el Señor castigó al faraón y a su familia con grandes plagas.18 Entonces el faraón llamó a Abram y le dijo: «¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me dijiste que era tu esposa?19 ¿Por qué dijiste que era tu hermana? ¡Yo pude haberla tomado por esposa! ¡Anda, toma a tu esposa y vete!»20 Y el faraón ordenó a sus hombres que expulsaran a Abram y a su esposa, junto con todos sus bienes.

capítulo 13

Abram y Lot se separan 1 Abram salió de Egipto con su esposa, con Lot y con todos sus bienes, en dirección a la región del Néguev.2 Abram se había hecho muy rico en ganado, plata y oro.3 Desde el Néguev, Abram regresó por etapas hasta Betel, es decir, hasta el lugar donde había acampado al principio, entre Betel y Hai.4 En ese lugar había erigido antes un altar, y allí invocó Abram el *nombre del Señor. 5 También Lot, que iba acompañando a Abram, tenía rebaños, ganado y tiendas de campaña.6 La región donde estaban no daba abasto para mantener a los dos, porque tenían demasiado como para vivir juntos.7 Por eso comenzaron las fricciones entre los pastores de los rebaños de Abram y los que cuidaban los ganados de Lot. Además, los cananeos y los ferezeos también habitaban allí en aquel tiempo. 8 Así que Abram le dijo a Lot: «No debe haber pleitos entre nosotros, ni entre nuestros pastores, porque somos parientes.9 Allí tienes toda la tierra a tu disposición. Por favor, aléjate de mí. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha, y si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda.» 10 Lot levantó la vista y observó que todo el valle del Jordán, hasta Zoar, era tierra de regadío, como el jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Así era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y a Gomorra.11 Entonces Lot escogió para sí todo el valle del Jordán, y partió hacia el oriente. Fue así como Abram y Lot se separaron.12 Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que Lot se fue a vivir entre las ciudades del valle, estableciendo su campamento cerca de la ciudad de Sodoma.13 Los habitantes de Sodoma eran malvados y cometían muy graves pecados contra el Señor. 14 Después de que Lot se separó de Abram, el Señor le dijo: «Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste.15 Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada.16 Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes.17 ¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo daré!» 18 Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir cerca de Hebrón, junto al encinar de Mamré. Allí erigió un altar al Señor.

capítulo 14

Abram rescata a Lot 1 En aquel tiempo los reyes Amrafel de Sinar,[a] Arioc de Elasar, Quedorlaómer de Elam, y Tidal de Goyim2 estuvieron en guerra contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín, y el rey de Bela, es decir, de Zoar.3 Estos cinco últimos aunaron fuerzas en el valle de Sidín, conocido como el Mar Muerto.4 Durante doce años habían estado bajo el dominio de Quedorlaómer, pero en el año trece se rebelaron contra él. 5 Al año siguiente, Quedorlaómer y los reyes que estaban con él salieron y derrotaron a los refaítas en la región de Astarot Carnayin; luego derrotaron a los zuzitas en Jam, a los emitas en Save Quiriatayin,6 y a los horeos en los montes de Seír, hasta El Parán, que está cerca del desierto.7 Al volver, llegaron hasta Enmispat, es decir, Cades, y conquistaron todo el territorio de los amalecitas, y también el de los amorreos que vivían en la región de Jazezón Tamar. 8 Entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Zeboyín y Bela, es decir, Zoar, salieron al valle de Sidín y presentaron batalla9 a los reyes Quedorlaómer de Elam, Tidal de Goyim, Amrafel de Sinar, y Arioc de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco.10 El valle de Sidín estaba lleno de pozos de asfalto, y cuando los reyes de Sodoma y Gomorra huyeron, se cayeron en ellos, pero los demás lograron escapar hacia los montes.11 Los vencedores saquearon todos los bienes de Sodoma y de Gomorra, junto con todos los alimentos, y luego se retiraron.12 Y como Lot, el sobrino de Abram, habitaba en Sodoma, también se lo llevaron a él, con todas sus posesiones. 13 Uno de los que habían escapado le informó todo esto a Abram el hebreo, que estaba acampando junto al encinar de Mamré el amorreo. Mamré era hermano[b] de Escol y de Aner, y éstos eran aliados de Abram.14 En cuanto Abram supo que su sobrino estaba cautivo, convocó a trescientos dieciocho hombres adiestrados que habían nacido en su casa, y persiguió a los invasores hasta Dan.15 Durante la noche Abram y sus siervos desplegaron sus fuerzas y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Hobá, que está al norte de Damasco.16 Así recuperó todos los bienes, y también rescató a su sobrino Lot, junto con sus posesiones, las mujeres y la demás gente. 17 Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaómer y a los reyes que estaban con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Save, es decir, en el valle del Rey. 18 Y Melquisedec, rey de *Salén y sacerdote del Dios *altísimo, le ofreció pan y vino.19 Luego bendijo a Abram con estas palabras: «¡Que el Dios altísimo, creador[c] del cielo y de la tierra, bendiga a Abram! 20 ¡Bendito sea el Dios altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos!» Entonces Abram le dio el diezmo de todo. 21 El rey de Sodoma le dijo a Abram:

—Dame las personas y quédate con los bienes. 22 Pero Abram le contestó:

—He jurado por el Señor, el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra,23 que no tomaré nada de lo que es tuyo, ni siquiera un hilo ni la correa de una sandalia. Así nunca podrás decir: "Yo hice rico a Abram." 24 No quiero nada para mí, salvo lo que mis hombres ya han comido. En cuanto a los hombres que me acompañaron, es decir, Aner, Escol y Mamré, que tomen ellos su parte.

capítulo 15

Dios hace un pacto con Abram 1 Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa.» 2 Pero Abram le respondió: —Señor y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero[a] de mis bienes será Eliezer de Damasco?3 Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados. 4 —¡No! Ese hombre no ha de ser tu heredero —le contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo. 5 Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo:

—Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! 6 Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo.7 Además, le dijo:

—Yo soy el Señor, que te hice salir de Ur de los *caldeos para darte en posesión esta tierra. 8 Pero Abram le preguntó:

—Señor y Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla? 9 El Señor le respondió:

—Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma. 10 Abram llevó todos estos animales, los partió por la mitad, y puso una mitad frente a la otra, pero a las aves no las partió.11 Y las aves de rapiña comenzaron a lanzarse sobre los animales muertos, pero Abram las espantaba. 12 Al anochecer, Abram cayó en un profundo sueño, y lo envolvió una oscuridad aterradora.13 El Señor le dijo:

—Debes saber que tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.14 Pero yo castigaré a la nación que los esclavizará, y luego tus descendientes saldrán en libertad y con grandes riquezas.15 Tú, en cambio, te reunirás en *paz con tus antepasados, y te enterrarán cuando ya seas muy anciano.16 Cuatro generaciones después tus descendientes volverán a este lugar, porque antes de eso no habrá llegado al colmo la iniquidad de los amorreos. 17 Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron una hornilla humeante y una antorcha encendida, las cuales pasaban entre los animales descuartizados.18 En aquel día el Señor hizo un *pacto con Abram. Le dijo:

—A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.19 Me refiero a la tierra de los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos,20 los hititas, los ferezeos, los refaítas,21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.

capítulo 16

Agar e Ismael 1 Saray, la esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar,2 Saray le dijo a Abram: —El Señor me ha hecho estéril. Por lo tanto, ve y acuéstate con mi esclava Agar. Tal vez por medio de ella podré tener hijos.

Abram aceptó la propuesta que le hizo Saray.3 Entonces ella tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la entregó a Abram como mujer. Esto ocurrió cuando ya hacía diez años que Abram vivía en Canaán. 4 Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña.5 Entonces Saray le dijo a Abram:

—¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre tú y yo! 6 —Tu esclava está en tus manos —contestó Abram—; haz con ella lo que bien te parezca.

Y de tal manera comenzó Saray a maltratar a Agar, que ésta huyó al desierto.7 Allí, junto a un manantial que está en el camino a la región de Sur, la encontró el ángel del Señor8 y le preguntó:

—Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?

—Estoy huyendo de mi dueña Saray —respondió ella. 9 —Vuelve junto a ella y sométete a su autoridad —le dijo el ángel—.10 De tal manera multiplicaré tu descendencia, que no se podrá contar.

11 »Estás embarazada, y darás a luz un hijo, y le pondrás por *nombre Ismael,[a] porque el Señor ha escuchado tu aflicción. 12 Será un hombre indómito como asno salvaje. Luchará contra todos, y todos lucharán contra él; y vivirá en conflicto con todos sus hermanos. 13 Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve»,[b] pues se decía: «Ahora he visto al[c] que me ve.»14 Por eso también el pozo que está entre Cades y Béred se conoce con el nombre de «Pozo del Viviente que me ve».[d] 15 Agar le dio a Abram un hijo, a quien Abram llamó Ismael.16 Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.

capítulo 17

El pacto y la circuncisión 1 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios *Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable.2 Así confirmaré mi *pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera. 3 Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó: 4 —Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones.5 Ya no te llamarás Abram,[a] sino que de ahora en adelante tu *nombre será Abraham,[b] porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones.6 Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones.7 Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes.8 A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios. 9 Dios también le dijo a Abraham:

—Cumple con mi pacto, tú y toda tu descendencia, por todas las generaciones.10 Y éste es el pacto que establezco contigo y con tu descendencia, y que todos deberán cumplir: Todos los varones entre ustedes deberán ser circuncidados.11 Circuncidarán la carne de su prepucio, y ésa será la señal del pacto entre nosotros.12 Todos los varones de cada generación deberán ser circuncidados a los ocho días de nacidos, tanto los niños nacidos en casa como los que hayan sido comprados por dinero a un extranjero y que, por lo tanto, no sean de la estirpe de ustedes.13 Todos sin excepción, tanto el nacido en casa como el que haya sido comprado por dinero, deberán ser circuncidados. De esta manera mi pacto quedará como una marca indeleble en la carne de ustedes, como un pacto perpetuo.14 Pero el varón incircunciso, al que no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por quebrantar mi pacto. 15 También le dijo Dios a Abraham:

—A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino que su nombre será Sara.[c]16 Yo la bendeciré, y por medio de ella te daré un hijo. Tanto la bendeciré, que será madre de naciones, y de ella surgirán reyes de pueblos. 17 Entonces Abraham inclinó el rostro hasta el suelo y se rió de pensar: «¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años, y ser madre Sara a los noventa?»18 Por eso le dijo a Dios:

—¡Concédele a Ismael vivir bajo tu bendición! 19 A lo que Dios contestó:

—¡Pero es Sara, tu esposa, la que te dará un hijo, al que llamarás Isaac![d] Yo estableceré mi pacto con él y con sus descendientes, como pacto perpetuo.20 En cuanto a Ismael, ya te he escuchado. Yo lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia numerosa. Él será el padre de doce príncipes. Haré de él una nación muy grande.21 Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, el hijo que te dará Sara de aquí a un año, por estos días. 22 Cuando Dios terminó de hablar con Abraham, se retiró de su presencia.23 Ese mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael, a los criados nacidos en su casa, a los que había comprado con su dinero y a todos los otros varones que había en su casa, y los circuncidó, tal como Dios se lo había mandado.24 Abraham tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado,25 mientras que su hijo Ismael tenía trece.26 Así que ambos fueron circuncidados el mismo día27 junto con todos los varones de su casa, tanto los nacidos en ella como los comprados a extranjeros.

capítulo 18

La visita del Señor 1 El Señor se le apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, cuando Abraham estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora más calurosa del día.2 Abraham alzó la vista, y vio a tres hombres de pie cerca de él. Al verlos, corrió desde la entrada de la carpa a saludarlos. Inclinándose hasta el suelo,3 dijo: —Mi señor, si este servidor suyo cuenta con su favor, le ruego que no me pase de largo.4 Haré que les traigan un poco de agua para que ustedes se laven los pies, y luego podrán descansar bajo el árbol.5 Ya que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para que se sientan mejor antes de seguir su camino.

—¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así! 6 Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara, y le dijo:

—¡Date prisa! Toma unos veinte kilos[a] de harina fina, amásalos y haz unos panes. 7 Después Abraham fue corriendo adonde estaba el ganado, eligió un ternero bueno y tierno, y se lo dio a su sirviente, quien a toda prisa se puso a prepararlo.8 Luego les sirvió requesón y leche con el ternero que estaba preparado. Mientras comían, Abraham se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol.9 Entonces ellos le preguntaron:

—¿Dónde está Sara, tu esposa?

—Allí en la carpa —les respondió. 10 —Dentro de un año volveré a verte —dijo uno de ellos—, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo.

Sara estaba escuchando a la entrada de la carpa, a espaldas del que hablaba.11 Abraham y Sara eran ya bastante ancianos, y Sara ya había dejado de menstruar.12 Por eso, Sara se rió y pensó: «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?»13 Pero el Señor le dijo a Abraham:

—¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que podrá tener un hijo en su vejez?14 ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo. 15 Sara, por su parte, tuvo miedo y mintió al decirle:

—Yo no me estaba riendo.

Pero el Señor le replicó:

—Sí te reíste.


Abraham intercede en favor de Sodoma 16 Luego aquellos visitantes se levantaron y partieron de allí en dirección a Sodoma. Abraham los acompañó para despedirlos.17 Pero el Señor estaba pensando: «¿Le ocultaré a Abraham lo que estoy por hacer?18 Es un hecho que Abraham se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra.19 Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el *camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto. Así el Señor cumplirá lo que le ha prometido.» 20 Entonces el Señor le dijo a Abraham: —El clamor contra Sodoma y Gomorra resulta ya insoportable, y su pecado es gravísimo.21 Por eso bajaré, a ver si realmente sus acciones son tan malas como el clamor contra ellas me lo indica; y si no, he de saberlo. 22 Dos de los visitantes partieron de allí y se encaminaron a Sodoma, pero Abraham se quedó de pie frente al Señor.23 Entonces se acercó al Señor y le dijo:

—¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado?24 Quizá haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Exterminarás a todos, y no perdonarás a ese lugar por amor a los cincuenta justos que allí hay?25 ¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia? 26 El Señor le respondió:

—Si encuentro cincuenta justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad. 27 Abraham le dijo:

—Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a mi Señor, yo, que apenas soy polvo y ceniza.28 Pero tal vez falten cinco justos para completar los cincuenta. ¿Destruirás a toda la ciudad si faltan esos cinco?

—Si encuentro cuarenta y cinco justos no la destruiré —contestó el Señor. 29 Pero Abraham insistió:

—Tal vez se encuentren sólo cuarenta.

—Por esos cuarenta justos, no destruiré la ciudad —respondió el Señor. 30 Abraham volvió a insistir:

—No se enoje mi Señor, pero permítame seguir hablando. Tal vez se encuentren sólo treinta.

—No lo haré si encuentro allí a esos treinta —contestó el Señor. 31 Abraham siguió insistiendo:

—Sé que he sido muy atrevido en hablarle así a mi Señor, pero tal vez se encuentren sólo veinte.

—Por esos veinte no la destruiré. 32 Abraham volvió a decir:

—No se enoje mi Señor, pero permítame hablar una vez más. Tal vez se encuentren sólo diez...

—Aun por esos diez no la destruiré —respondió el Señor por última vez. 33 Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se fue de allí, y Abraham regresó a su carpa.

Chapter 19

Destrucción de Sodoma y Gomorra 1 Caía la tarde cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad. Al verlos, se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra.2 Les dijo: —Por favor, señores, les ruego que pasen la noche en la casa de este servidor suyo. Allí podrán lavarse los pies, y mañana al amanecer seguirán su camino.

—No, gracias —respondieron ellos—. Pasaremos la noche en la plaza. 3 Pero tanto les insistió Lot que fueron con él y entraron en su casa. Allí Lot les preparó una buena comida y coció panes sin levadura, y ellos comieron. 4 Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente.5 Llamaron a Lot y le dijeron:

—¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos! 6 Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí,7 les dijo:

—Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad.8 Tengo dos hijas que todavía son vírgenes; voy a traérselas para que hagan con ellas lo que les plazca, pero a estos hombres no les hagan nada, pues han venido a hospedarse bajo mi techo. 9 —¡Quítate de ahí! —le contestaron, y añadieron—: Éste ni siquiera es de aquí, y ahora nos quiere mandar. ¡Pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos!

Entonces se lanzaron contra Lot y se acercaron a la puerta con intenciones de derribarla.10 Pero los dos hombres extendieron los brazos, metieron a Lot en la casa y cerraron la puerta.11 Luego, a los jóvenes y ancianos que se agolparon contra la puerta de la casa los dejaron ciegos, de modo que ya no podían encontrar la puerta.12 Luego le advirtieron a Lot:

—¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas, y a todos los que te pertenezcan,13 porque vamos a destruirla. El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla. 14 Lot salió para hablar con sus futuros yernos, es decir, con los prometidos de sus hijas.

—¡Apúrense! —les dijo—. ¡Abandonen la ciudad, porque el Señor está por destruirla!

Pero ellos creían que Lot estaba bromeando,15 así que al amanecer los ángeles insistieron con Lot. Exclamaron:

—¡Apúrate! Llévate a tu esposa y a tus dos hijas que están aquí, para que no perezcan cuando la ciudad sea castigada. 16 Como Lot titubeaba, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad, porque el Señor les tuvo compasión.17 Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo:

—¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas. 18 —¡No, señor mío, por favor! —respondió Lot—.19 Tú has visto con buenos ojos a este siervo tuyo, y tu lealtad ha sido grande al salvarme la *vida. Pero yo no puedo escaparme a las montañas, no sea que la destrucción me alcance y pierda yo la vida.20 Cerca de aquí hay una ciudad pequeña, en la que podría refugiarme. ¿Por qué no dejan que me escape hacia allá? Es una ciudad muy pequeña, y en ella me pondré a salvo. 21 —Está bien —le respondió—; también esta petición te la concederé. No destruiré la ciudad de que hablas.22 Pero date prisa y huye de una vez, porque no puedo hacer nada hasta que llegues allí.

Por eso aquella ciudad recibió el *nombre de Zoar.[a] 23 Lot llegó a Zoar cuando estaba amaneciendo.24 Entonces el Señor hizo que cayera del cielo una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra.25 Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con toda la llanura y la vegetación del suelo.26 Pero la esposa de Lot miró hacia atrás, y se quedó convertida en estatua de sal. 27 Al día siguiente Abraham madrugó y regresó al lugar donde se había encontrado con el Señor.28 Volvió la mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la llanura, y vio que de la tierra subía humo, como de un horno. 29 Así arrasó Dios a las ciudades de la llanura, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot de en medio de la catástrofe que destruyó a las ciudades en que había habitado.


Lot y sus hijas 30 Luego, por miedo a quedarse en Zoar, Lot se fue con sus dos hijas a vivir en la región montañosa. Allí vivió con ellas en una cueva.31 Un día, la hija mayor le dijo a la menor: —Nuestro padre ya está viejo, y no quedan hombres en esta región para que se casen con nosotras, como es la costumbre de todo el mundo.32 Ven, vamos a emborracharlo, y nos acostaremos con él; y así, por medio de él tendremos descendencia. 33 Esa misma noche emborracharon a su padre y, sin que éste se diera cuenta de nada, la hija mayor fue y se acostó con él.34 A la mañana siguiente, la mayor le dijo a la menor:

—Mira, anoche me acosté con mi padre. Vamos a emborracharlo de nuevo esta noche, y ahora tú te acostarás con él; y así, por medio de él tendremos descendencia. 35 Esa misma noche volvieron a emborrachar a su padre y, sin que éste se diera cuenta de nada, la hija menor fue y se acostó con él.36 Así las dos hijas de Lot quedaron embarazadas de su padre.37 La mayor tuvo un hijo, a quien llamó Moab,[b] padre de los actuales moabitas.38 La hija menor también tuvo un hijo, a quien llamó Ben Amí,[c] padre de los actuales amonitas.

capítulo 20

Abraham y Abimélec 1 Abraham partió desde allí en dirección a la región del Néguev, y se quedó a vivir entre Cades y Sur. Mientras vivía en Guerar,2 Abraham decía que Sara, su esposa, era su hermana. Entonces Abimélec, rey de Guerar, mandó llamar a Sara y la tomó por esposa.3 Pero aquella noche Dios se le apareció a Abimélec en sueños y le dijo: —Puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, porque ella es casada. 4 Pero como Abimélec todavía no se había acostado con ella, le contestó:

—Señor, ¿acaso vas a matar al inocente?[a]5 Como Abraham me dijo que ella era su hermana, y ella me lo confirmó, yo hice todo esto de buena fe y sin mala intención. 6 —Sí, ya sé que has hecho todo esto de buena fe —le respondió Dios en el sueño—; por eso no te permití tocarla, para que no pecaras contra mí.7 Pero ahora devuelve esa mujer a su esposo, porque él es profeta y va a interceder por ti para que vivas. Si no lo haces, ten por seguro que morirás junto con todos los tuyos. 8 En la madrugada del día siguiente, Abimélec se levantó y llamó a todos sus servidores para contarles en detalle lo que había ocurrido, y un gran temor se apoderó de ellos.9 Entonces Abimélec llamó a Abraham y le reclamó:

—¡Qué nos has hecho! ¿En qué te he ofendido, que has traído un pecado tan grande sobre mí y sobre mi reino? ¡Lo que me has hecho no tiene nombre!10 ¿Qué pretendías conseguir con todo esto?

Al reclamo de Abimélec,11 Abraham contestó:

—Yo pensé que en este lugar no había temor de Dios, y que por causa de mi esposa me matarían.12 Pero en realidad ella es mi hermana, porque es hija de mi padre aunque no de mi madre; y además es mi esposa.13 Cuando Dios me mandó dejar la casa de mi padre y andar errante, yo le dije a mi esposa: "Te pido que me hagas este favor: Dondequiera que vayamos, di siempre que soy tu hermano." 14 Abimélec tomó entonces ovejas y vacas, esclavos y esclavas, y se los regaló a Abraham. Al mismo tiempo, le devolvió a Sara, su esposa,15 y le dijo:

—Mira, ahí está todo mi territorio; quédate a vivir donde mejor te parezca. 16 A Sara le dijo:

—Le he dado a tu hermano mil monedas de plata, que servirán de compensación por todo lo que te ha pasado; así quedarás vindicada ante todos los que están contigo.[b] 17 Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimélec y permitió que su esposa y sus siervas volvieran a tener hijos,18 porque a causa de lo ocurrido con Sara, la esposa de Abraham, el Señor había hecho que todas las mujeres en la casa de Abimélec quedaran estériles.

capítulo 21

Génesis 21 Nacimiento de Isaac 1 Tal como el Señor lo había dicho, se ocupó de Sara y cumplió con la promesa que le había hecho.2 Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios.3 Al hijo que Sara le dio, Abraham le puso por *nombre Isaac.[a]4 Cuando su hijo Isaac cumplió ocho días de nacido, Abraham lo circuncidó, tal como Dios se lo había ordenado.5 Abraham tenía ya cien años cuando nació su hijo Isaac.6 Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo, se reirán conmigo.7 ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Sin embargo, le he dado un hijo en su vejez.»

Expulsión de Agar e Ismael 8 El niño Isaac creció y fue destetado. Ese mismo día, Abraham hizo un gran banquete.9 Pero Sara se dio cuenta de que el hijo que Agar la egipcia le había dado a Abraham se burlaba de su hijo Isaac.[b]10 Por eso le dijo a Abraham: —¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac. 11 Este asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo.12 Pero Dios le dijo a Abraham: «No te angusties por el muchacho ni por la esclava. Hazle caso a Sara, porque tu descendencia se establecerá por medio de Isaac.13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es hijo tuyo.» 14 Al día siguiente, Abraham se levantó de madrugada, tomó un pan y un odre de agua, y se los dio a Agar, poniéndoselos sobre el hombro. Luego le entregó a su hijo y la despidió. Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba.15 Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto16 y fue a sentarse sola a cierta distancia,[c] pues pensaba: «No quiero ver morir al niño.» En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente. 17 Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño.18 Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación.» 19 En ese momento Dios le abrió a Agar los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio de beber al niño.20 Dios acompañó al niño, y éste fue creciendo; vivió en el desierto y se convirtió en un experto arquero;21 habitó en el desierto de Parán y su madre lo casó con una egipcia.


Pacto entre Abraham y Abimélec 22 En aquel tiempo Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, jefe de su ejército, le dijo a Abraham: —Dios está contigo en todo lo que haces.23 Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame que a mí y al país que te ha recibido como extranjero nos tratarás con la misma lealtad con que yo te he tratado. 24 —¡Lo juro! —respondió Abraham. 25 Luego Abraham se quejó ante Abimélec por causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimélec se habían apropiado.26 Pero Abimélec dijo:

—No sé quién pudo haberlo hecho. Me acabo de enterar, pues tú no me lo habías dicho. 27 Entonces Abraham llevó ovejas y vacas, y se las dio a Abimélec, y los dos hicieron un pacto.28 Pero Abraham apartó siete corderas del rebaño,29 por lo que Abimélec le preguntó:

—¿Qué pasa? ¿Por qué has apartado estas siete corderas? 30 —Acepta estas siete corderas —le contestó Abraham—. Ellas servirán de prueba de que yo cavé este pozo. 31 Por eso a aquel lugar le dieron el nombre de Berseba,[d]porque allí los dos hicieron un juramento. 32 Después de haber hecho el pacto en Berseba, Abimélec y Ficol, el jefe de su ejército, volvieron al país de los filisteos.33 Abraham plantó un tamarisco en Berseba, y en ese lugar invocó el *nombre del Señor, el Dios eterno.34 Y se quedó en el país de los filisteos durante mucho tiempo.

capítulo 22

Dios prueba a Abraham 1 Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: —¡Abraham!

—Aquí estoy —respondió. 2 Y Dios le ordenó:

—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como *holocausto en el monte que yo te indicaré. 3 Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado.4 Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar.5 Entonces le dijo a sus criados:

—Quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes. 6 Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego y el cuchillo. Y los dos siguieron caminando juntos. 7 Isaac le dijo a Abraham:

—¡Padre!

—Dime, hijo mío.

—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8 —El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.

Y siguieron caminando juntos. 9 Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.10 Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo,11 pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:

—¡Abraham! ¡Abraham!

—Aquí estoy —respondió. 12 —No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. 13 Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo.14 A ese sitio Abraham le puso por *nombre: «El Señor provee.» Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor.» 15 El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo,16 y le dijo:

—Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor—17 que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos.18 Puesto que me has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia. 19 Abraham regresó al lugar donde estaban sus criados, y juntos partieron hacia Berseba, donde Abraham se quedó a vivir.


Los hijos de Najor 20 Pasado cierto tiempo, Abraham recibió la noticia de que también Milca le había dado hijos a su hermano Najor.21 Su hijo primogénito fue Uz; luego nacieron sus hermanos Buz y Quemuel. Este último fue el padre de Aram.22 Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel,23 que fue el padre de Rebeca. Éstos fueron los ocho hijos que Milca le dio a Najor, hermano de Abraham.24 Najor también tuvo hijos con Reumá, su concubina. Ellos fueron Tébaj, Gaján, Tajás y Macá.

capítulo 23

Muerte de Sara 1 Sara vivió ciento veintisiete años,2 y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella.3 Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente: 4 —Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para enterrar a mi esposa. 5 Los hititas le respondieron: 6 —Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros le negará su tumba para que pueda sepultar a su esposa. 7 Abraham se levantó, hizo una reverencia ante los hititas del lugar,8 y les dijo: —Si les parece bien que yo entierre aquí a mi difunta, les ruego que intercedan ante Efrón hijo de Zojar9 para que me venda la cueva de Macpela, que está en los linderos de su campo. Díganle que me la venda en su justo precio, y así tendré entre ustedes un sepulcro para mi familia. 10 Efrón el hitita, que estaba sentado allí entre su gente, le respondió a Abraham en presencia de todos ellos y de los que pasaban por la *puerta de su ciudad: 11 —No, señor mío, escúcheme bien: yo le regalo el campo, y también la cueva que está en él. Los hijos de mi pueblo son testigos de que yo se los regalo. Entierre usted a su esposa. 12 Una vez más, Abraham hizo una reverencia ante la gente de ese lugar,13 y en presencia de los que allí estaban le dijo a Efrón:

—Escúcheme, por favor. Yo insisto en pagarle el precio justo del campo. Acéptelo usted, y así yo podré enterrar allí a mi esposa. 14 Efrón le contestó a Abraham: 15 —Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocientas monedas[a] de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entierre a su esposa. 16 Abraham se puso de acuerdo con Efrón, y en presencia de los hititas le pagó lo convenido: cuatrocientas monedas de plata, moneda corriente entre los comerciantes. 17 Así fue como el campo de Efrón, que estaba en Macpela, cerca de Mamré, pasó a ser propiedad de Abraham, junto con la cueva y todos los árboles que estaban dentro de los límites del campo.18 La transacción se hizo en presencia de los hititas y de los que pasaban por la puerta de su ciudad.19 Luego Abraham sepultó a su esposa Sara en la cueva del campo de Macpela que está cerca de Mamré, es decir, en Hebrón, en la tierra de Canaán.20 De esta manera, el campo y la cueva que estaba en él dejó de ser de los hititas y pasó a ser propiedad de Abraham para sepultura.

capítulo 24

Isaac y Rebeca 1 Abraham estaba ya entrado en años, y el Señor lo había bendecido en todo.2 Un día, Abraham le dijo al criado más antiguo de su casa, que era quien le administraba todos sus bienes: —Pon tu mano debajo de mi muslo,3 y júrame por el Señor, el Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás de esta tierra de Canaán, donde yo habito, una mujer para mi hijo4 Isaac, sino que irás a mi tierra, donde vive mi familia, y de allí le escogerás una esposa. 5 —¿Qué pasa si la mujer no está dispuesta a venir conmigo a esta tierra? —respondió el criado—. ¿Debo entonces llevar a su hijo hasta la tierra de donde usted vino? 6 —¡De ninguna manera debes llevar a mi hijo hasta allá! —le replicó Abraham—.7 El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis familiares, y que bajo juramento me prometió dar esta tierra a mis descendientes, enviará su ángel delante de ti para que puedas traer de allá una mujer para mi hijo.8 Si la mujer no está dispuesta a venir contigo, quedarás libre de este juramento; pero ¡en ningún caso llevarás a mi hijo hasta allá! 9 El criado puso la mano debajo del muslo de Abraham, su amo, y le juró que cumpliría con su encargo.10 Luego tomó diez camellos de su amo, y toda clase de regalos, y partió hacia la ciudad de Najor en Aram Najarayin.[a]11 Allí hizo que los camellos se arrodillaran junto al pozo de agua que estaba en las afueras de la ciudad. Caía la tarde, que es cuando las mujeres salen a buscar agua.12 Entonces comenzó a orar: «Señor, Dios de mi amo Abraham, te ruego que hoy me vaya bien, y que demuestres el amor que le tienes a mi amo.13 Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente, mientras las jóvenes de esta ciudad vienen a sacar agua.14 Permite que la joven a quien le diga: "Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua" , y que me conteste: "Tome usted, y además les daré agua a sus camellos" , sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demostrado el amor que le tienes a mi amo.» 15 Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de Milca y Najor, el hermano de Abraham.16 La joven era muy hermosa, y además virgen, pues no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre. Bajó hacia la fuente y llenó su cántaro. Ya se preparaba para subir17 cuando el criado corrió a su encuentro y le dijo:

—¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? 18 —Sírvase, mi señor —le respondió.

Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. 19 Cuando ya el criado había bebido, ella le dijo:

—Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. 20 De inmediato vació su cántaro en el bebedero, y volvió corriendo al pozo para buscar más agua, repitiendo la acción hasta que hubo suficiente agua para todos los camellos.21 Mientras tanto, el criado de Abraham la observaba en silencio, para ver si el Señor había coronado su viaje con el éxito. 22 Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz;[b] también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos,[c] y le preguntó: 23 —¿Podría usted decirme de quién es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos? 24 —Soy hija de Betuel, el hijo de Milca y Najor —respondió ella,25 a lo que agregó—: No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tenemos paja y forraje en abundancia para los camellos. 26 Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al Señor27 con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes.» 28 La joven corrió hasta la casa de su madre, y allí contó lo que le había sucedido.29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que salió corriendo al encuentro del criado, quien seguía junto a la fuente.30 Labán se había fijado en el anillo y las pulseras en los brazos de su hermana, y también la había escuchado contar lo que el criado le había dicho. Por eso salió en busca del criado, y lo encontró junto a la fuente, con sus camellos. 31 —¡Ven, bendito del Señor! —le dijo—. ¿Por qué te quedas afuera? ¡Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos! 32 El criado entró en la casa. En seguida Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y llevó agua para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies.33 Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo:

—No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir.

—Habla con toda confianza —respondió Labán. 34 —Yo soy criado de Abraham —comenzó él—.35 El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha prosperado. Le ha dado ovejas y ganado, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos.36 Sara, la esposa de mi amo, le dio en su vejez un hijo, al que mi amo le ha dejado todo lo que tiene.37 Mi amo me hizo jurar, y me dijo: "No tomarás para mi hijo una mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito.38 Al contrario, irás a la familia de mi padre, y le buscarás una esposa entre las mujeres de mis parientes." 39 Yo le pregunté a mi amo: "¿Y si la mujer no acepta venir conmigo?" 40 Él me respondió: "El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo, y él hará prosperar tu viaje para que consigas para mi hijo una esposa que pertenezca a la familia de mi padre.41 Sólo quedarás libre del juramento si vas a ver a mi familia y ellos no te conceden a la joven." 42 »Cuando hoy llegué a la fuente, dije: "Señor, Dios de mi amo Abraham, si es tu voluntad, te ruego que hagas prosperar mi viaje.43 Aquí me tienes, a la espera junto a la fuente. Si una joven sale a buscar agua, y yo le digo: ‘Por favor, déjeme usted beber un poco de agua de su cántaro’,44 y ella me contesta: ‘Beba usted, y también le daré agua a sus camellos’, que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo." 45 »Todavía no había terminado yo de orar cuando vi que Rebeca se acercaba con un cántaro sobre el hombro. Bajó a la fuente para sacar agua, y yo le dije: "Por favor, déme usted de beber." 46 En seguida bajó ella su cántaro y me dijo: "Beba usted, y también les daré de beber a sus camellos." Mientras yo bebía, ella les dio agua a los camellos.47 Luego le pregunté: "¿Hija de quién es usted?" Y cuando ella me respondió: "Soy hija de Betuel, el hijo de Najor y de Milca" , yo le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos,48 y me incliné para adorar al Señor. Bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el camino correcto para llevarle al hijo de mi amo una parienta cercana suya.49 Y ahora, si desean mostrarle lealtad y fidelidad a mi amo, díganmelo; y si no, díganmelo también. Así yo sabré qué hacer. 50 Labán y Betuel respondieron:

—Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no.51 Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto. 52 Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante del Señor.53 Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre.54 Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levantaron, el criado de Abraham dijo:

—Déjenme ir a la casa de mi amo. 55 Pero el hermano y la madre de Rebeca le respondieron:

—Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. 56 —No me detengan —repuso el criado—. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. 57 —Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. 58 Así que llamaron a Rebeca y le preguntaron:

—¿Quieres irte con este hombre?

—Sí —respondió ella. 59 Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes.60 Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: «Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos!» 61 Luego Rebeca y sus criadas se prepararon, montaron en los camellos y siguieron al criado de Abraham. Así fue como él tomó a Rebeca y se marchó de allí. 62 Ahora bien, Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roí, porque vivía en la región del Néguev.63 Una tarde, salió a dar un paseo[d] por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acercaban unos camellos.64 También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello65 y le preguntó al criado:

—¿Quién es ese hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?

—Es mi amo —contestó el criado.

Entonces ella tomó el velo y se cubrió. 66 El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho.67 Luego Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su madre, y la tomó por esposa. Isaac amó a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre.

capítulo 25

Muerte de Abraham (A) 1 Abraham volvió a casarse, esta vez con una mujer llamada Cetura.2 Los hijos que tuvo con ella fueron: Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3 Jocsán fue el padre de Sabá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos. 4 Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura. 5 Abraham entregó todos sus bienes a Isaac.6 A los hijos de sus concubinas les hizo regalos y, mientras él todavía estaba con vida, los separó de su hijo Isaac, enviándolos a las regiones orientales. 7 Abraham vivió ciento setenta y cinco años,8 y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados.9 Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, que está cerca de Mamré, es decir, en el campo del hitita Efrón hijo de Zojar.10 Éste era el campo que Abraham les había comprado a los hititas. Allí lo enterraron, junto a su esposa Sara.11 Luego de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, hijo de Abraham, quien se quedó a vivir cerca del pozo de Lajay Roí.


Descendientes de Ismael (B) 12 Ésta es la descendencia de Ismael, el hijo que Abraham tuvo con Agar, la criada egipcia de Sara.13 Éstos son los nombres de los hijos de Ismael, comenzando por el primogénito: Nebayot, Cedar, Adbel, Mibsán,14 Mismá, Dumá, Masá,15 Hadar, Temá, Jetur, Nafis y Cedema.16 Éstos fueron los hijos de Ismael, y éstos los nombres de los doce jefes de tribus, según sus propios territorios y campamentos. 17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al morir, fue a reunirse con sus antepasados.18 Sus descendientes se quedaron a vivir en la región que está entre Javilá y Sur, cerca de Egipto, en la ruta que conduce a Asiria. Allí se establecieron en franca oposición a todos sus hermanos.

Nacimiento de Jacob y de Esaú 19 Ésta es la historia de Isaac, el hijo que tuvo Abraham.20 Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán. Betuel y Labán eran *arameos de Padán Aram.[a]21 Isaac oró al Señor en favor de su esposa, porque era estéril. El Señor oyó su oración, y ella quedó embarazada.22 Pero como los niños luchaban dentro de su seno, ella se preguntó: «Si esto va a seguir así, ¿para qué sigo viviendo?» Entonces fue a consultar al Señor,23 y él le contestó: «Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.» 24 Cuando le llegó el momento de dar a luz, resultó que en su seno había mellizos.25 El primero en nacer era pelirrojo, y tenía todo el cuerpo cubierto de vello. A éste lo llamaron Esaú.[b]26 Luego nació su hermano, agarrado con una mano del talón de Esaú. A éste lo llamaron Jacob.[c] Cuando nacieron los mellizos, Isaac tenía sesenta años. 27 Los niños crecieron. Esaú era un hombre de campo y se convirtió en un excelente cazador, mientras que Jacob era un hombre tranquilo que prefería quedarse en el campamento.28 Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba; pero Rebeca quería más a Jacob. 29 Un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agotado del campo y le dijo: 30 —Dame de comer de ese guiso rojizo, porque estoy muy cansado. (Por eso a Esaú se le llamó Edom.)[d] 31 —Véndeme primero tus derechos de hijo mayor —le respondió Jacob. 32 —Me estoy muriendo de hambre —contestó Esaú—, así que ¿de qué me sirven los derechos de primogénito? 33 —Véndeme entonces los derechos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró, y fue así como le vendió a Jacob sus derechos de primogénito.34 Jacob, por su parte, le dio a Esaú pan y guiso de lentejas.

Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor.

capítulo 26

Isaac y Abimélec 1 En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región, además de la que hubo en tiempos de Abraham. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde se encontraba Abimélec, rey de los filisteos.2 Allí el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas a Egipto. Quédate en la región de la que te he hablado.3 Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia les daré todas esas tierras. Así confirmaré el juramento que le hice a tu padre Abraham.4 Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo, y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descendencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas,5 porque Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis enseñanzas.» 6 Isaac se quedó en Guerar.7 Y cuando la gente del lugar le preguntaba a Isaac acerca de su esposa, él respondía que ella era su hermana. Tan bella era Rebeca que Isaac tenía miedo de decir que era su esposa, pues pensaba que por causa de ella podrían matarlo. 8 Algún tiempo después, mientras Abimélec, el rey de los filisteos, miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca.9 Entonces mandó llamar a Isaac y le dijo: —¡Conque ella es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?

—Yo pensé que por causa de ella podrían matarme —contestó Isaac. 10 —¿Por qué nos hiciste esto? —replicó Abimélec—. Alguno de nosotros podría haberse acostado con tu esposa, ¡y tú nos habrías hecho a todos culpables de ese pecado! 11 Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo:

—Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte. 12 Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó al ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido.13 Así Isaac fue acumulando riquezas, hasta que llegó a ser muy rico.14 Esto causó que los filisteos comenzaran a tenerle envidia, pues llegó a tener muchas ovejas, vacas y siervos.15 Ahora bien, los filisteos habían cegado todos los pozos de agua que los siervos del padre de Isaac habían cavado.16 Así que Abimélec le dijo a Isaac:

—Aléjate de nosotros, pues ya eres más poderoso que nosotros. 17 Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se quedó a vivir.18 Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos *nombres que su padre les había dado. 19 Cierta vez, cuando los siervos de Isaac estaban cavando en el valle, encontraron un manantial.20 Pero los pastores de Guerar discutieron acaloradamente con los pastores de Isaac, alegando que el agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo Pleito,[a] porque habían peleado con él.21 Después sus siervos cavaron otro pozo, por el cual también se pelearon. Por eso Isaac lo llamó Enemistad.[b]22 Entonces Isaac se fue de allí y cavó otro pozo, pero esta vez no hubo ninguna disputa. A este pozo lo llamó Espacios libres,[c] y dijo: «El Señor nos ha dado espacio para que prosperemos en esta región.» 23 De allí Isaac se dirigió a Berseba.24 Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.» 25 Allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor. Acampó en ese lugar, y sus siervos cavaron un pozo.26 Cierto día, Abimélec fue a ver a Isaac desde Guerar. Llegó acompañado de su consejero Ajuzat, y de Ficol, el jefe de su ejército.27 Isaac les preguntó:

—Si tanto me odian, que hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme? 28 —Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Hemos pensado que tú y nosotros debiéramos hacer un pacto, respaldado por un juramento. Ese pacto será el siguiente:29 Tú no nos harás ningún daño, ya que nosotros no te hemos perjudicado, sino que te hemos tratado bien y te hemos dejado ir en *paz. ¡Ahora el bendecido del Señor eres tú! 30 Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron.31 A la mañana siguiente se levantaron muy temprano, e hicieron un compromiso mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron en calidad de amigos. 32 Aquel mismo día, los siervos de Isaac fueron y le informaron acerca de un pozo que habían cavado, y le dijeron:

—¡Hemos encontrado agua! 33 Isaac llamó a ese pozo Juramento.[d] Por eso la ciudad se llama Berseba[e] hasta el día de hoy.


Isaac bendice a Jacob 34 Esaú tenía cuarenta años de edad cuando se casó con Judit hija de Beerí, el hitita. También se casó con Basemat, hija de un hitita llamado Elón.35 Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca.

capítulo 27

1 Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor. —¡Hijo mío! —le dijo.

—Aquí estoy —le contestó Esaú. 2 —Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme.3 Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal.4 Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te bendeciré antes de que muera. 5 Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre,6 ella le dijo a su hijo Jacob:

—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu hermano Esaú7 que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo.8 Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando.9 Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta.10 Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse. 11 Pero Jacob le dijo a su madre:

—Hay un problema: mi hermano Esaú es muy velludo, y yo soy lampiño.12 Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme. 13 —Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabritos. 14 Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre.15 Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob.16 Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello,17 y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. 18 Jacob se presentó ante su padre y le dijo:

—¡Padre!

—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. 19 —Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siéntate a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. 20 Pero Isaac le preguntó a su hijo:

—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?

—El Señor tu Dios me ayudó —respondió Jacob. 21 Isaac le dijo:

—Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. 22 Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:

—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. 23 Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo24 cuando volvió a preguntarle:

—¿En serio eres mi hijo Esaú?

—Claro que sí —respondió Jacob. 25 Entonces su padre le dijo:

—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.

Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió.26 Luego le dijo su padre:

—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. 27 Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo bendijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por el Señor. 28 Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. 29 Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.» 30 No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar.31 También él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:

—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. 32 Pero Isaac lo interrumpió:

—¿Quién eres tú?

—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. 33 Isaac comenzó a temblar y, muy sobresaltado, dijo:

—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. 34 Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:

—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! 35 Pero Isaac le respondió:

—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. 36 —¡Con toda razón le pusieron Jacob![a] —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí? 37 Isaac le respondió:

—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío? 38 Pero Esaú insistió:

—¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!

Y se echó a llorar.39 Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las riquezas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. 40 Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»


Jacob huye de Esaú 41 A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.» 42 Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo: —Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti.43 Por eso, hijo mío, obedéceme: Prepárate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán,44 y quédate con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano.45 Cuando ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día? 46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:

—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!

capítulo 28

1 Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó: —No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán.2 Vete ahora mismo a Padán Aram,[a] a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán.3 Que el Dios *Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones.4 Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham. 5 Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el *arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú. 6 Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea,7 y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre.8 Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cananeas.9 Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era hermana de Nebayot.


El sueño de Jacob en Betel 10 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán.11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar.12 Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios.13 En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado.14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia.15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» 16 Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.»17 Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» 18 A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una *estela y derramó aceite sobre ella.19 En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el *nombre y le puso Betel.[b] 20 Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme,21 y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios.22 Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»

capítulo 29

Jacob llega a Padán Aram 1 Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los orientales.2 Al llegar vio, en medio del campo, un pozo donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que éstas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande.3 Por eso los pastores corrían la piedra sólo cuando estaban juntos todos los rebaños, y luego de abrevar a las ovejas volvían a colocarla en su lugar, sobre la boca del pozo. 4 Jacob les preguntó a los pastores: —¿De dónde son ustedes?

—Somos de Jarán —respondieron. 5 —¿Conocen a Labán, el hijo de Najor? —volvió a preguntar Jacob.

—Claro que sí —respondieron. 6 Jacob siguió preguntando:

—¿Se encuentra bien de salud?

—Sí, está bien —le contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. 7 Entonces Jacob les dijo:

—Todavía estamos en pleno día, y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar? 8 Y ellos respondieron:

—No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Sólo entonces podremos dar de beber a las ovejas. 9 Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba.10 En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de éste, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo, y les dio de beber a las ovejas.11 Luego besó a Raquel, rompió en llanto,12 y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre. 13 Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob le contó todo lo que había sucedido,14 y Labán le dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre.»

Jacob se casa con Lea y Raquel Jacob había estado ya un mes con Labán15 cuando éste le dijo: —Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar. 16 Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor, Raquel.17 Lea tenía ojos apagados,[a] mientras que Raquel era una mujer muy hermosa.18 Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a su tío:

—Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor. 19 Labán le contestó:

—Es mejor que te la entregue a ti, y no a un extraño. Quédate conmigo. 20 Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo.21 Entonces Jacob le dijo a Labán:

—Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi mujer para que me case con ella. 22 Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta.23 Pero cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, y Jacob se acostó con ella.24 Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera. 25 A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le reclamó a Labán:

—¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado? 26 Labán le contestó:

—La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor.27 Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de ésta, y por siete años más de trabajo te daré la otra. 28 Así lo hizo Jacob, y cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa.29 También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera.30 Jacob entonces se acostó con Raquel, y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más.


Los hijos de Jacob 31 Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril.32 Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén,[b] porque dijo: «El Señor ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo.»33 Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón,[c] porque dijo: «Llegó a oídos del Señor que no soy amada, y por eso me dio también este hijo.» 34 Luego quedó embarazada de nuevo y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví,[d] porque dijo: «Ahora sí me amará mi esposo, porque le he dado tres hijos.» 35 Lea volvió a quedar embarazada, y dio a luz un cuarto hijo, al que llamó Judá[e] porque dijo: «Esta vez alabaré al Señor.» Después de esto, dejó de dar a luz.

capítulo 30

1 Cuando Raquel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y le dijo a Jacob: —¡Dame hijos! Si no me los das, ¡me muero! 2 Pero Jacob se enojó muchísimo con ella y le dijo:

—¿Acaso crees que soy Dios? ¡Es él quien te ha hecho estéril! 3 —Aquí tienes a mi criada Bilhá —propuso Raquel—. Acuéstate con ella. Así ella dará a luz sobre mis rodillas, y por medio de ella también yo podré formar una familia. 4 Entonces Raquel le dio a Jacob por mujer su criada Bilhá, y Jacob se acostó con ella.5 Bilhá quedó embarazada y le dio un hijo a Jacob.6 Y Raquel exclamó: «¡Dios me ha hecho justicia! ¡Escuchó mi plegaria y me ha dado un hijo!» Por eso Raquel le puso por *nombre Dan.[a] 7 Después Bilhá, la criada de Raquel, quedó embarazada otra vez y dio a luz un segundo hijo de Jacob.8 Y Raquel dijo: «He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido.» Por eso Raquel lo llamó Neftalí.[b] 9 Lea, al ver que ya no podía tener hijos, tomó a su criada Zilpá y se la entregó a Jacob por mujer,10 y ésta le dio a Jacob un hijo.11 Entonces Lea exclamó: «¡Qué suerte!» Por eso lo llamó Gad.[c] 12 Zilpá, la criada de Lea, le dio un segundo hijo a Jacob.13 Lea volvió a exclamar: «¡Qué feliz soy! Las mujeres me dirán que soy feliz.» Por eso lo llamó Aser.[d] 14 Durante los días de la cosecha de trigo, Rubén salió al campo. Allí encontró unas frutas llamadas mandrágoras, y se las llevó a Lea, su madre. Entonces Raquel le dijo a Lea:

—Por favor, dame algunas mandrágoras de las que te trajo tu hijo. 15 Pero Lea le contestó:

—¿Te parece poco el haberme quitado a mi marido, que ahora quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?

—Bueno —contestó Raquel—, te propongo que, a cambio de las mandrágoras de tu hijo, Jacob duerma contigo esta noche. 16 Al anochecer, cuando Jacob volvía del campo, Lea salió a su encuentro y le dijo:

—Hoy te acostarás conmigo, porque te he alquilado a cambio de las mandrágoras de mi hijo.

Y Jacob durmió con ella esa noche. 17 Dios escuchó a Lea, y ella quedó embarazada y le dio a Jacob un quinto hijo.18 Entonces dijo Lea: «Dios me ha recompensado, porque yo le entregué mi criada a mi esposo.» Por eso lo llamó Isacar.[e] 19 Lea quedó embarazada de nuevo, y le dio a Jacob un sexto hijo.20 «Dios me ha favorecido con un buen regalo —dijo Lea—. Esta vez mi esposo se quedará conmigo,[f] porque le he dado seis hijos.» Por eso lo llamó Zabulón.[g] 21 Luego Lea dio a luz una hija, a la cual llamó Dina.22 Pero Dios también se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad.23 Fue así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: «Dios ha borrado mi desgracia.»24 Por eso lo llamó José, y dijo: «Quiera el Señor darme otro hijo.»


Jacob se enriquece 25 Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: —Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra.26 Dame las mujeres por las que te he servido, y mis hijos, y déjame ir. Tú bien sabes cómo he trabajado para ti. 27 Pero Labán le contestó:

—Por favor, quédate. He sabido por adivinación que, gracias a ti, el Señor me ha bendecido. 28 Y le propuso:

—Fija tú mismo el salario que quieras ganar, y yo te lo pagaré. 29 Jacob le respondió:

—Tú bien sabes cómo he trabajado, y cómo gracias a mis desvelos han mejorado tus animales.30 Lo que tenías antes de mi venida, que era muy poco, se ha multiplicado enormemente. Gracias a mí, el Señor te ha bendecido. Ahora quiero hacer algo por mi propia familia. 31 —¿Cuánto quieres que te pague? —preguntó Labán.

—No tienes que pagarme nada —respondió Jacob—. Si aceptas lo que estoy por proponerte, seguiré cuidando tus ovejas.32 Hoy, cuando pase yo con todo tu rebaño, tú irás apartando toda oveja manchada o moteada, y todos los corderos negros, y todos los cabritos manchados o moteados. Ellos serán mi salario.33 Así, el día de mañana, cuando vengas a controlar lo que he ganado, mi honradez responderá por mí: si encuentras alguna oveja o cabrito que no sea manchado o moteado, o algún cordero que no sea negro, será que te lo he robado. 34 —Está bien —acordó Labán—, acepto tu propuesta. 35 Ese mismo día Labán apartó todos los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas, todas las que tenían alguna mancha blanca, y todos los corderos negros, y los puso al cuidado de sus hijos.36 Después de eso, puso una distancia de tres días de viaje entre él y Jacob. Mientras tanto, Jacob seguía cuidando las otras ovejas de Labán. 37 Jacob cortó ramas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y las peló de tal manera que quedaran franjas blancas al descubierto.38 Luego tomó las ramas que había pelado, y las puso en todos los abrevaderos para que el rebaño las tuviera enfrente cuando se acercara a beber agua. Cuando las ovejas estaban en celo y llegaban a los abrevaderos,39 los machos se unían con las hembras frente a las ramas, y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas.40 Entonces Jacob apartaba estos corderos y los ponía frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. De esta manera logró crear su propio rebaño, diferente al de Labán.41 Además, cuando las hembras más robustas estaban en celo, Jacob colocaba las ramas en los bebederos, frente a los animales, para que se unieran mirando hacia las ramas.42 Pero cuando llegaban los animales más débiles, no colocaba las ramas. Así los animales débiles eran para Labán y los robustos eran para Jacob.43 De esta manera Jacob prosperó muchísimo y llegó a tener muchos rebaños, criados y criadas, camellos y asnos.

capítulo 31

Jacob huye de Labán 1 Pero Jacob se enteró de que los hijos de Labán andaban diciendo: «Jacob se ha ido apoderando de todo lo que le pertenecía a nuestro padre, y se ha enriquecido a costa suya.»2 También notó que Labán ya no lo trataba como antes.3 Entonces el Señor le dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que yo estaré contigo.» 4 Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaba el rebaño,5 y les dijo: —Me he dado cuenta de que su padre ya no me trata como antes. ¡Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo!6 Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas.7 No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces.[a] Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño.8 Si él acordaba conmigo: "Los animales manchados serán tu salario" , todas las hembras tenían crías manchadas; y si él acordaba: "Los animales rayados serán tu salario" , todas las hembras tenían crías rayadas.9 Así Dios le ha quitado el ganado al padre de ustedes, y me lo ha dado a mí. 10 »En cierta ocasión, durante la época en que los animales estaban en celo, tuve un sueño. En ese sueño veía que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados.11 En ese mismo sueño, el ángel de Dios me llamó: "¡Jacob!" Y yo le respondí: "Aquí estoy." 12 Entonces él me dijo: "Fíjate bien, y te darás cuenta de que todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados. Yo he visto todo lo que te ha hecho Labán.13 Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una *estela y me hiciste una promesa. Vete ahora de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu origen." 14 Raquel y Lea le respondieron:

—Ya no tenemos ninguna parte ni herencia en la casa de nuestro padre.15 Al contrario, nos ha tratado como si fuéramos extranjeras. Nos ha vendido, y se ha gastado todo lo que recibió por nosotras.16 Lo cierto es que toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos. Por eso, haz ahora todo lo que Dios te ha ordenado. 17 Entonces Jacob se preparó y montó a sus hijos y a sus esposas en los camellos,18 puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram,[b] y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac. 19 Mientras Labán estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robarse los ídolos familiares.20 Fue así como Jacob engañó a Labán el *arameo y huyó sin decirle nada.21 Jacob se escapó con todo lo que tenía. Una vez que cruzó el río Éufrates, se encaminó hacia la región montañosa de Galaad.


Labán persigue a Jacob 22 Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado.23 Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad.24 Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el *arameo, y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!» 25 Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde éste había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes,26 y le reclamó a Jacob: —¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra!27 ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa.28 Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio!29 Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: "¡Cuidado con amenazar a Jacob!" 30 Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses? 31 Jacob le respondió:

—La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza.32 Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo.

Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán,33 así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel.34 Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró.35 Entonces Raquel le dijo a su padre:

—Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación.

Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos. 36 Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó:

—¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera?37 Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón.38 Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños.39 Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas.40 De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía.41 De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces[c] me cambiaste el salario.42 Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia. 43 Labán le replicó a Jacob:

—Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos?44 Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio. 45 Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una *estela,46 y les dijo a sus parientes:

—¡Junten piedras!

Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras.47 A ese lugar Labán le puso por *nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad.[d] 48 —Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio.

Por eso se le llamó Galaad a ese lugar,49 y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró:

—Que el Señor nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro.50 Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros.51 Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—.52 Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño.53 ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez!

Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac.54 Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí. 55 A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.

capítulo 32

Jacob envía mensajeros a Esaú 1 Jacob también siguió su camino, pero unos ángeles de Dios salieron a su encuentro.2 Al verlos, exclamó: «¡Éste es el campamento de Dios!» Por eso llamó a ese lugar Majanayin.[a] 3 Luego Jacob envió mensajeros a su hermano Esaú, que estaba en la tierra de Seír, en la región de Edom.4 Y les ordenó que le dijeran: «Mi señor Esaú, su siervo Jacob nos ha enviado a decirle que él ha vivido en la casa de Labán todo este tiempo,5 y que ahora tiene vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Le manda este mensaje, con la esperanza de ganarse su favor.» 6 Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob: «Fuimos a hablar con su hermano Esaú, y ahora viene al encuentro de usted, acompañado de cuatrocientos hombres.» 7 Jacob sintió mucho miedo, y se puso muy angustiado. Por eso dividió en dos grupos a la gente que lo acompañaba, y lo mismo hizo con las ovejas, las vacas y los camellos,8 pues pensó: «Si Esaú ataca a un grupo, el otro grupo podrá escapar.» 9 Entonces Jacob se puso a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis familiares, y que me harías prosperar:10 realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.11 ¡Líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues tengo miedo de que venga a matarme a mí y a las madres y a los niños!12 Tú mismo afirmaste que me harías prosperar, y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar.» 13 Jacob pasó la noche en aquel lugar, y de lo que tenía consigo escogió, como regalo para su hermano Esaú,14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,15 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez novillos, veinte asnas y diez asnos.16 Luego los puso a cargo de sus siervos, cada manada por separado, y les dijo: «Vayan adelante, pero dejen un buen espacio entre manada y manada.» 17 Al que iba al frente, le ordenó: «Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, a dónde te diriges y de quién es el ganado que llevas,18 le contestarás: "Es un regalo para usted, mi señor Esaú, que de sus ganados le manda su siervo Jacob. Además, él mismo viene detrás de nosotros." » 19 Jacob les dio la misma orden al segundo y al tercer grupo, y a todos los demás que iban detrás del ganado. Les dijo: «Cuando se encuentren con Esaú, le dirán todo esto,20 y añadirán: "Su siervo Jacob viene detrás de nosotros." » Jacob pensaba: «Lo apaciguaré con los regalos que le llegarán primero, y luego me presentaré ante él; tal vez así me reciba bien.»21 De esta manera los regalos lo precedieron, pero Jacob se quedó esa noche en el campamento.


Jacob lucha con un ángel 22 Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Jaboc.23 Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones,24 quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer.25 Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban.26 Entonces el hombre le dijo: —¡Suéltame, que ya está por amanecer!

—¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob. 27 —¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre.

—Me llamo Jacob —respondió. 28 Entonces el hombre le dijo:

—Ya no te llamarás Jacob, sino Israel[b], porque has luchado con Dios y con los *hombres, y has vencido. 29 —Y tú, ¿cómo te llamas? —le preguntó Jacob.

—¿Por qué preguntas cómo me llamo? —le respondió el hombre.

Y en ese mismo lugar lo bendijo.30 Jacob llamó a ese lugar Penuel,[c] porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con *vida.» 31 Cruzaba Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de su cadera dislocada iba rengueando.32 Por esta razón los israelitas no comen el tendón que está en la coyuntura de la cadera, porque a Jacob se le tocó en dicho tendón.

capítulo 33

Encuentro de Jacob con Esaú 1 Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lea, Raquel y las dos esclavas.2 Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos, luego a Lea con sus hijos, y por último a Raquel con José.3 Jacob, por su parte, se adelantó a ellos, inclinándose hasta el suelo siete veces mientras se iba acercando a su hermano.4 Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar.5 Luego Esaú alzó la vista y, al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: —¿Quiénes son estos que te acompañan?

—Son los hijos que Dios le ha concedido a tu siervo —respondió Jacob. 6 Las esclavas y sus hijos se acercaron y se inclinaron ante Esaú.7 Luego, Lea y sus hijos hicieron lo mismo y, por último, también se inclinaron José y Raquel. 8 —¿Qué significan todas estas manadas que han salido a mi encuentro? —preguntó Esaú.

—Intentaba con ellas ganarme tu confianza —contestó Jacob. 9 —Hermano mío —repuso Esaú—, ya tengo más que suficiente. Quédate con lo que te pertenece. 10 —No, por favor —insistió Jacob—; si me he ganado tu confianza, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo!11 Acéptame el regalo que te he traído. Dios ha sido muy bueno conmigo, y tengo más de lo que necesito.

Fue tanta la insistencia de Jacob que, finalmente, Esaú aceptó.12 Más tarde, Esaú le dijo:

—Sigamos nuestro viaje; yo te acompañaré. 13 Pero Jacob se disculpó:

—Mi hermano y señor debe saber que los niños son todavía muy débiles, y que las ovejas y las vacas acaban de tener cría, y debo cuidarlas. Si les exijo demasiado, en un solo día se me puede morir todo el rebaño.14 Es mejor que mi señor se adelante a su siervo, que yo seguiré al paso de la manada y de los niños, hasta que nos encontremos en Seír. 15 —Está bien —accedió Esaú—, pero permíteme dejarte algunos de mis hombres para que te acompañen.

—¿Para qué te vas a molestar? —contestó Jacob—. Lo importante es que me he ganado tu confianza. 16 Aquel mismo día, Esaú regresó a Seír.17 Jacob, en cambio, se fue hacia Sucot, y allí se hizo una casa para él y cobertizos para su ganado. Por eso a ese lugar se le llamó Sucot.[a] 18 Cuando Jacob volvió de Padán Aram,[b] llegó sano y salvo a la ciudad de Siquén, en Canaán, y acampó frente a ella.19 Luego, por cien monedas de plata les compró una parcela a los hijos de Jamor, el padre de Siquén, y allí instaló su carpa.20 También construyó un altar, y lo llamó El Elohé Israel.[c]

capítulo 34

Rapto y violación de Dina 1 En cierta ocasión Dina, la hija que Jacob tuvo con Lea, salió a visitar a las mujeres del lugar.2 Cuando la vio Siquén, que era hijo de Jamor el heveo, jefe del lugar, la agarró por la fuerza, se acostó con ella y la violó.3 Pero luego se enamoró de ella y trató de ganarse su afecto.4 Entonces le dijo a su padre: «Consígueme a esta muchacha para que sea mi esposa.» 5 Jacob se enteró de que Siquén había violado a su hija Dina pero, como sus hijos estaban en el campo cuidando el ganado, no dijo nada hasta que ellos regresaron.6 Mientras tanto Jamor, el padre de Siquén, salió en busca de Jacob para hablar con él.7 Cuando los hijos de Jacob volvieron del campo y se enteraron de lo sucedido, quedaron muy dolidos y, a la vez, llenos de ira. Siquén había cometido una ofensa muy grande contra Israel al abusar de su hija; era algo que nunca debió haber hecho.8 Pero Jamor les dijo: —Mi hijo Siquén está enamorado de la hermana de ustedes. Por favor, permitan que ella se case con él.9 Háganse parientes nuestros. Intercambiemos nuestras hijas en casamiento.10 Así ustedes podrán vivir entre nosotros y el país quedará a su disposición para que lo habiten, hagan negocios[a] y adquieran terrenos. 11 Siquén, por su parte, les dijo al padre y a los hermanos de Dina:

—Si ustedes me hallan digno de su favor, yo les daré lo que me pidan.12 Pueden pedirme cuanta dote quieran, y exigirme muchos regalos, pero permitan que la muchacha se case conmigo. 13 Sin embargo, por el hecho de que su hermana Dina había sido deshonrada, los hijos de Jacob les respondieron con engaños a Siquén y a su padre Jamor. 14 —Nosotros no podemos hacer algo así —les explicaron—. Sería una vergüenza para todos nosotros entregarle nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado.15 Sólo aceptaremos con esta condición: que todos los varones entre ustedes se circunciden para que sean como nosotros.16 Entonces sí intercambiaremos nuestras hijas con las de ustedes en casamiento, y viviremos entre ustedes y formaremos un solo pueblo.17 Pero si no aceptan nuestra condición de circuncidarse, nos llevaremos a nuestra hermana[b] y nos iremos de aquí. 18 Jamor y Siquén estuvieron de acuerdo con la propuesta;19 y tan enamorado estaba Siquén de la hija de Jacob que no demoró en circuncidarse.

Como Siquén era el hombre más respetado en la familia,20 su padre Jamor lo acompañó hasta la entrada de la ciudad, y allí hablaron con todos sus conciudadanos. Les dijeron: 21 —Estos hombres se han portado como amigos. Dejen que se establezcan en nuestro país, y que lleven a cabo sus negocios aquí, ya que hay suficiente espacio para ellos. Además, nosotros nos podremos casar con sus hijas, y ellos con las nuestras.22 Pero ellos aceptan quedarse entre nosotros y formar un solo pueblo, con una sola condición: que todos nuestros varones se circunciden, como lo hacen ellos.23 Aceptemos su condición, para que se queden a vivir entre nosotros. De esta manera su ganado, sus propiedades y todos sus animales serán nuestros. 24 Todos los que se reunían a la entrada de la ciudad estuvieron de acuerdo con Jamor y con su hijo Siquén, y fue así como todos los varones fueron circuncidados.25 Al tercer día, cuando los varones todavía estaban muy adoloridos, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada y fueron a la ciudad, donde los varones se encontraban desprevenidos, y los mataron a todos.26 También mataron a filo de espada a Jamor y a su hijo Siquén, sacaron a Dina de la casa de Siquén y se retiraron.27 Luego los otros hijos de Jacob llegaron y, pasando sobre los cadáveres, saquearon la ciudad en venganza por la deshonra que había sufrido su hermana.28 Se apropiaron de sus ovejas, ganado y asnos, y de todo lo que había en la ciudad y en el campo.29 Se llevaron todos sus bienes, y sus hijos y mujeres, y saquearon todo lo que encontraron en las casas. 30 Entonces Jacob les dijo a Simeón y Leví:

—Me han provocado un problema muy serio. De ahora en adelante los cananeos y ferezeos, habitantes de este lugar, me van a odiar. Si ellos se unen contra mí y me atacan, me matarán a mí y a toda mi familia, pues cuento con muy pocos hombres. 31 Pero ellos replicaron:

—¿Acaso podíamos dejar que él tratara a nuestra hermana como a una prostituta?

capítulo 35

Jacob vuelve a Betel 1 Dios le dijo a Jacob: «Ponte en marcha, y vete a vivir a Betel. Erige allí un altar al Dios que se te apareció cuando escapabas de tu hermano Esaú.» 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa.3 Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino.» 4 Así que le entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró a la sombra de la encina que estaba cerca de Siquén.5 Cuando partieron, nadie persiguió a la familia de Jacob, porque un terror divino se apoderó de las ciudades vecinas. 6 Fue así como Jacob y quienes lo acompañaban llegaron a Luz, es decir, Betel, en la tierra de Canaán.7 Erigió un altar y llamó a ese lugar El Betel,[a] porque allí se le había revelado Dios cuando escapaba de su hermano Esaú. 8 Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut.[b] 9 Cuando Jacob regresó de Padán Aram[c], Dios se le apareció otra vez y lo bendijo10 con estas palabras: «Tu *nombre es Jacob,[d] pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel.»[e]Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso. 11 Luego Dios añadió: «Yo soy el Dios *Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos.12 La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y también a tus descendientes.»13 Y Dios se alejó del lugar donde había hablado con Jacob. 14 Jacob erigió una *estela de piedra en el lugar donde Dios le había hablado. Vertió sobre ella una libación, y la ungió con aceite,15 y al lugar donde Dios le había hablado lo llamó Betel.[f]

Muerte de Raquel y de Isaac (A) 16 Después partieron de Betel. Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil.17 En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: «¡No temas; estás por tener otro varón!»18 No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní,[g] pero Jacob, su padre, le puso por *nombre Benjamín.[h] 19 Así murió Raquel, y la sepultaron en el camino que va hacia Efrata, que es Belén.20 Sobre la tumba Jacob erigió una estela, que hasta el día de hoy señala el lugar donde Raquel fue sepultada. 21 Israel siguió su camino y acampó más allá de Migdal Edar.22 Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo.[i]


Jacob tuvo doce hijos:23 Los hijos de Lea fueron Rubén, que era el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.24 Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín.25 Los hijos de Bilhá, la esclava de Raquel, fueron Dan y Neftalí.26 Los hijos de Zilpá, la esclava de Lea, fueron Gad y Aser.

Éstos fueron los hijos que tuvo Jacob en Padán Aram. 27 Jacob volvió a la casa de su padre Isaac en Mamré, cerca de Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, donde también habían vivido Abraham e Isaac.28 Isaac tenía ciento ochenta años29 cuando se reunió con sus antepasados. Era ya muy anciano cuando murió, y lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.

capítulo 36

Descendientes de Esaú A) (B) 1 Éstos son los descendientes de Esaú, o sea Edom. 2 Esaú se casó con mujeres cananeas: con Ada, hija de Elón el hitita; con Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón el heveo;3 y con Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot. 4 Esaú tuvo estos hijos: con Ada tuvo a Elifaz; con Basemat, a Reuel;5 con Aholibama, a Jeús, Jalán y Coré. Éstos fueron los hijos que tuvo Esaú mientras vivía en la tierra de Canaán. 6 Después Esaú tomó a sus esposas, hijos e hijas, y a todas las personas que lo acompañaban, junto con su ganado y todos sus animales, y todos los bienes que había adquirido en la tierra de Canaán, y se trasladó a otra región para alejarse de su hermano Jacob.7 Los dos habían acumulado tantos bienes que no podían estar juntos; la tierra donde vivían no bastaba para alimentar al ganado de ambos.8 Fue así como Esaú, o sea Edom, se asentó en la región montañosa de Seír.

9 Éstos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, que habitaron en la región montañosa de Seír.10 Los nombres de sus hijos son éstos: Elifaz hijo de Ada, esposa de Esaú; y Reuel hijo de Basemat, esposa de Esaú.11 Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatán y Quenaz.12 Elifaz tuvo un hijo con una concubina suya, llamada Timná, al que llamó Amalec. Todos éstos fueron nietos de Ada, esposa de Esaú.13 Los hijos de Reuel fueron Najat, Zera, Sama y Mizá. Éstos fueron los nietos de Basemat, esposa de Esaú.14 Los hijos de la otra esposa de Esaú, Aholibama, que era hija de Aná y nieta de Zibeón fueron Jeús, Jalán y Coré.

15 Éstos fueron los jefes de los descendientes de Esaú: De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, los jefes fueron Temán, Omar, Zefo, Quenaz,16 Coré, Gatán y Amalec. Éstos fueron los jefes de los descendientes de Elifaz en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Ada.17 De los hijos de Reuel hijo de Esaú, los jefes fueron Najat, Zera, Sama y Mizá.

Éstos fueron los jefes de los descendientes de Reuel en la tierra de Edom, y todos ellos fueron nietos de Basemat, esposa de Esaú.18 De los hijos de Aholibama, hija de Aná y esposa de Esaú, los jefes fueron Jeús, Jalán y Coré. 19 Éstos fueron descendientes de Esaú, también llamado Edom, y a su vez jefes de sus respectivas tribus.

20 Éstos fueron los descendientes de Seír el horeo, que habitaban en aquella región: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,21 Disón, Ezer y Disán. Estos descendientes de Seír fueron los jefes de los horeos en la tierra de Edom.22 Los hijos de Lotán fueron Horí y Homán. Lotán tenía una hermana llamada Timná.23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.24 Los hijos de Zibeón fueron Ayá y Aná. Este último es el mismo que encontró las aguas termales[a] en el desierto mientras cuidaba los asnos de su padre Zibeón.25 Los hijos de Aná fueron: Disón y Aholibama, hija de Aná.26 Los hijos de Disón fueron Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.27 Los hijos de Ezer fueron Bilán, Zaván y Acán.28 Los hijos de Disán fueron Uz y Arán.29 Los jefes de los horeos fueron Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,30 Disón, Ezer y Disán. Cada uno de ellos fue jefe de su tribu en la región de Seír.


Los reyes de Edom (C) 31 Antes de que los israelitas tuvieran rey, éstos fueron los reyes que reinaron en el país de Edom:32 Bela hijo de Beor, que reinó en Edom. El nombre de su ciudad era Dinaba.33 Cuando murió Bela, reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, que provenía de Bosra.34 Cuando murió Jobab, reinó en su lugar Jusán, que venía de la región de Temán.35 Cuando murió Jusán, reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad. Éste derrotó a Madián en el campo de Moab. El nombre de su ciudad era Avit.36 Cuando murió Hadad, reinó en su lugar Samla, que era del pueblo de Masreca.37 Cuando murió Samla, reinó en su lugar Saúl de Rejobot del Río.38 Cuando murió Saúl, reinó en su lugar Baal Janán hijo de Acbor.39 Cuando murió Baal Janán hijo de Acbor, reinó en su lugar Hadad.[b] El nombre de su ciudad era Pau. Su esposa se llamaba Mehitabel, y era hija de Matred y nieta de Mezab. 40 Éstos son los nombres de los jefes que descendieron de Esaú, cada uno según su clan y región: Timná, Alvá, Jetet,41 Aholibama, Elá, Pinón,42 Quenaz, Temán, Mibzar,43 Magdiel e Iram. Éstos fueron los jefes de Edom, según los lugares que habitaron.


Éste fue Esaú, padre de los edomitas.

capítulo 37

Los sueños de José 1 Jacob se estableció en la tierra de Canaán, donde su padre había residido como extranjero. 2 Ésta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos. 3 Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica especial de mangas largas.[a]4 Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban. 5 Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, éstos le tuvieron más odio todavía,6 pues les dijo:

—Préstenme atención, que les voy a contar lo que he soñado.7 Resulta que estábamos todos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las de ustedes se juntaron alrededor de la mía y le hicieron reverencias. 8 Sus hermanos replicaron:

—¿De veras crees que vas a reinar sobre nosotros, y que nos vas a someter?

Y lo odiaron aún más por los sueños que él les contaba. 9 Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias. 10 Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió:

—¿Qué quieres decirnos con este sueño que has tenido? —le preguntó—. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo vendremos a hacerte reverencias? 11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.


José es vendido por sus hermanos 12 En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén para apacentar las ovejas de su padre.13 Israel le dijo a José: —Tus hermanos están en Siquén apacentando las ovejas. Quiero que vayas a verlos.

—Está bien —contestó José. 14 Israel continuó:

—Vete a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y tráeme noticias frescas.

Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquén,15 un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó:

—¿Qué andas buscando? 16 —Ando buscando a mis hermanos —contestó José—. ¿Podría usted indicarme dónde están apacentando el rebaño? 17 —Ya se han marchado de aquí —le informó el hombre—. Les oí decir que se dirigían a Dotán.

José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró cerca de Dotán.18 Como ellos alcanzaron a verlo desde lejos, antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo.19 Se dijeron unos a otros:

—Ahí viene ese soñador.20 Ahora sí que le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños! 21 Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso:

—No lo matemos.22 No derramen sangre. Arrójenlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongan la mano encima.

Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre. 23 Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica especial de mangas largas,24 lo agarraron y lo echaron en una cisterna que estaba vacía y seca.25 Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.26 Entonces Judá les propuso a sus hermanos:

—¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte?27 En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano.

Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él,28 así que cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto. 29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras en señal de duelo.30 Regresó entonces adonde estaban sus hermanos, y les reclamó:

—¡Ya no está ese mocoso! Y ahora, ¿qué hago? 31 En seguida los hermanos tomaron la túnica especial de José, degollaron un cabrito, y con la sangre empaparon la túnica.32 Luego la mandaron a su padre con el siguiente mensaje: «Encontramos esto. Fíjate bien si es o no la túnica de tu hijo.» 33 En cuanto Jacob la reconoció, exclamó: «¡Sí, es la túnica de mi hijo! ¡Seguro que un animal salvaje se lo devoró y lo hizo pedazos!»34 Y Jacob se rasgó las vestiduras y se vistió de luto, y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo.35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: «No. Guardaré luto hasta que descienda al *sepulcro para reunirme con mi hijo.» Así Jacob siguió llorando la muerte de José. 36 En Egipto, los madianitas[b] lo vendieron a un tal Potifar, funcionario del faraón y capitán de la guardia.

capítulo 38

Judá y Tamar 1 Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán.2 Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Luego de tener relaciones con él,3 ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er.4 Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán.5 Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib. 6 Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar.7 Pero al Señor no le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida.8 Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano.»9 Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.10 Esta conducta ofendió mucho al Señor, así que también a él le quitó la vida.11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse.» Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre. 12 Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita.13 Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas,14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo. 15 Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta.16 No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo: —Deja que me acueste contigo.

—¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella. 17 —Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá.

—Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes. 18 —¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá.

—Dame tu sello y su cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar.

Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada.19 Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda. 20 Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella.21 Entonces le preguntó a la gente del lugar:

—¿Dónde está la prostituta[a] de Enayin, la que se sentaba junto al camino?

—Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron. 22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo:

—No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como ésa. 23 —Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste. 24 Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente:

—Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada.

—¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá. 25 Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón del sello, y este bastón.» 26 Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no la di por esposa a mi hijo Selá.» Y no volvió a acostarse con ella. 27 Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno.28 En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Éste salió primero.»29 Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Por eso al niño lo llamaron Fares.[b]30 Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.[c]

capítulo 39

José y la esposa de Potifar 1 Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia.2 Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio,3 éste se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo.4 José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes.5 Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo.6 Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo.7 Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso:

—Acuéstate conmigo. 8 Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó:

—Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí.9 En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios? 10 Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo. 11 Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades.12 Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!»

Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa.13 Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo,14 llamó a los siervos de la casa y les dijo: «¡Miren!, el hebreo que nos trajo mi esposo sólo ha venido a burlarse de nosotros. Entró a la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas.15 En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.» 16 La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa.17 Entonces le contó la misma historia: «El esclavo hebreo que nos trajiste quiso aprovecharse de mí.18 Pero en cuanto grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.» 19 Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció20 y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey.

Pero aun en la cárcel21 el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel,22 el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía.23 Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.

capítulo 40

El copero y el panadero 1 Tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor.2 El faraón se enojó contra estos dos funcionarios suyos, es decir, contra el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos,3 así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José.4 Allí el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel,5 una noche los dos funcionarios, es decir, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, cada sueño con su propio significado.6 A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados,7 y por eso les preguntó:

—¿Por qué andan hoy tan cabizbajos? 8 —Los dos tuvimos un sueño —respondieron—, y no hay nadie que nos lo interprete.

—¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me cuentan lo que soñaron? 9 Entonces el jefe de los coperos le contó a José el sueño que había tenido:

—Soñé que frente a mí había una vid,10 la cual tenía tres ramas. En cuanto la vid echó brotes, floreció; y maduraron las uvas en los racimos.11 Yo tenía la copa del faraón en la mano. Tomé las uvas, las exprimí en la copa, y luego puse la copa en manos del faraón. 12 Entonces José le dijo:

—Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres ramas son tres días.13 Dentro de los próximos tres días el faraón lo indultará a usted y volverá a colocarlo en su cargo. Usted volverá a poner la copa del faraón en su mano, tal como lo hacía antes, cuando era su copero.14 Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblele usted de mí al faraón para que me saque de esta cárcel.15 A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel! 16 Al ver que la interpretación había sido favorable, el jefe de los panaderos le dijo a José:

—Yo también tuve un sueño. En ese sueño, llevaba yo tres canastas de pan[a] sobre la cabeza.17 En la canasta de arriba había un gran surtido de repostería para el faraón, pero las aves venían a comer de la canasta que llevaba sobre la cabeza. 18 José le respondió:

—Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres canastas son tres días.19 Dentro de los próximos tres días, el faraón mandará que a usted lo decapiten y lo cuelguen de un árbol, y las aves devorarán su cuerpo. 20 En efecto, tres días después el faraón celebró su cumpleaños y ofreció una gran fiesta para todos sus funcionarios. En presencia de éstos, mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos.21 Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo para que, una vez más, pusiera la copa en manos del faraón.22 Pero, tal como lo había predicho José, al jefe de los panaderos mandó que lo ahorcaran.23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo.

capítulo 41

Los sueños del faraón 1 Dos años más tarde, el faraón tuvo un sueño: Estaba de pie junto al río Nilo2 cuando, de pronto, del río salieron siete vacas hermosas y gordas que se pusieron a pastar entre los juncos.3 Detrás de ellas salieron otras siete vacas, feas y flacas, que se pararon a orillas del Nilo, junto a las primeras.4 ¡Y las vacas feas y flacas se comieron a las vacas hermosas y gordas! En ese momento el faraón se despertó.5 Pero volvió a dormirse, y tuvo otro sueño: Siete espigas de trigo, grandes y hermosas, crecían de un solo tallo.6 Tras ellas brotaron otras siete espigas, delgadas y quemadas por el viento solano.7 ¡Y las siete espigas delgadas se comieron a las espigas grandes y hermosas!

En eso el faraón se despertó y se dio cuenta de que sólo era un sueño.8 Sin embargo, a la mañana siguiente se levantó muy preocupado, mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, y les contó los dos sueños. Pero nadie se los pudo interpretar.9 Entonces el jefe de los coperos le dijo al faraón: «Ahora me doy cuenta del grave error que he cometido.10 Cuando el faraón se enojó con sus servidores, es decir, conmigo y con el jefe de los panaderos, nos mandó a la cárcel, bajo la custodia del capitán de la guardia.11 Una misma noche, los dos tuvimos un sueño, cada sueño con su propio significado.12 Allí, con nosotros, había un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños, y a cada uno nos interpretó el sueño.13 ¡Y todo sucedió tal como él lo había interpretado! A mí me restituyeron mi cargo, y al jefe de los panaderos lo ahorcaron.» 14 El faraón mandó llamar a José, y en seguida lo sacaron de la cárcel. Luego de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón,15 quien le dijo:

—Tuve un sueño que nadie ha podido interpretar. Pero me he enterado de que, cuando tú oyes un sueño, eres capaz de interpretarlo. 16 —No soy yo quien puede hacerlo —respondió José—, sino que es Dios quien le dará al faraón una respuesta favorable. 17 El faraón le contó a José lo siguiente:

—En mi sueño, estaba yo de pie a orillas del río Nilo.18 De pronto, salieron del río siete vacas gordas y hermosas, y se pusieron a pastar entre los juncos.19 Detrás de ellas salieron otras siete vacas, feas y flacas. ¡Jamás se habían visto vacas tan raquíticas en toda la tierra de Egipto!20 Y las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas gordas.21 Pero, después de habérselas comido, no se les notaba en lo más mínimo, porque seguían tan feas como antes. Entonces me desperté. 22 »Después tuve otro sueño: Siete espigas de trigo, grandes y hermosas, crecían de un solo tallo.23 Tras ellas brotaron otras siete espigas marchitas, delgadas y quemadas por el viento solano.24 Las siete espigas delgadas se comieron a las espigas grandes y hermosas. Todo esto se lo conté a los magos, pero ninguno de ellos me lo pudo interpretar. 25 José le explicó al faraón:

—En realidad, los dos sueños del faraón son uno solo. Dios le ha anunciado lo que está por hacer.26 Las siete vacas hermosas y las siete espigas hermosas son siete años. Se trata del mismo sueño.27 Y las siete vacas flacas y feas, que salieron detrás de las otras, y las siete espigas delgadas y quemadas por el viento solano, son también siete años. Pero éstos serán siete años de hambre. 28 »Tal como le he dicho al faraón, Dios le está mostrando lo que está por hacer.29 Están por venir siete años de mucha abundancia en todo Egipto,30 a los que les seguirán siete años de hambre, que harán olvidar toda la abundancia que antes hubo. ¡El hambre acabará con Egipto!31 Tan terrible será el hambre, que nadie se acordará de la abundancia que antes hubo en el país.32 El faraón tuvo el mismo sueño dos veces porque Dios ha resuelto firmemente hacer esto, y lo llevará a cabo muy pronto. 33 »Por todo esto, el faraón debería buscar un hombre competente y sabio, para que se haga cargo de la tierra de Egipto.34 Además, el faraón debería nombrar inspectores en todo Egipto, para que durante los siete años de abundancia recauden la quinta parte de la cosecha en todo el país.35 Bajo el control del faraón, esos inspectores deberán juntar el grano de los años buenos que vienen y almacenarlo en las ciudades, para que haya una reserva de alimento.36 Este alimento almacenado le servirá a Egipto para los siete años de hambre que sufrirá, y así la gente del país no morirá de hambre. 37 Al faraón y a sus servidores les pareció bueno el plan.38 Entonces el faraón les preguntó a sus servidores:

—¿Podremos encontrar una persona así, en quien repose el espíritu de Dios? 39 Luego le dijo a José:

—Puesto que Dios te ha revelado todo esto, no hay nadie más competente y sabio que tú.40 Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo cumplirá tus órdenes. Sólo yo tendré más autoridad que tú, porque soy el rey.


José, gobernador de Egipto 41 Así que el faraón le informó a José: —Mira, yo te pongo a cargo de todo el territorio de Egipto. 42 De inmediato, el faraón se quitó el anillo oficial y se lo puso a José. Hizo que lo vistieran con ropas de lino fino, y que le pusieran un collar de oro en el cuello.43 Después lo invitó a subirse al carro reservado para el segundo en autoridad, y ordenó que gritaran: «¡Abran paso!»[a] Fue así como el faraón puso a José al frente de todo el territorio de Egipto. 44 Entonces el faraón le dijo:

—Yo soy el faraón, pero nadie en todo Egipto podrá hacer nada sin tu permiso. 45 Y le cambió el *nombre a José, y lo llamó Zafenat Panea; además, le dio por esposa a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.[b] De este modo quedó José a cargo de Egipto.46 Tenía treinta años cuando comenzó a trabajar al servicio del faraón, rey de Egipto.

Tan pronto como se retiró José de la presencia del faraón, se dedicó a recorrer todo el territorio de Egipto.47 Durante los siete años de abundancia la tierra produjo grandes cosechas,48 así que José fue recogiendo todo el alimento que se produjo en Egipto durante esos siete años, y lo almacenó en las ciudades.49 Juntó alimento como quien junta arena del mar, y fue tanto lo que recogió que dejó de contabilizarlo. ¡Ya no había forma de mantener el control! 50 Antes de comenzar el primer año de hambre, José tuvo dos hijos con su esposa Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de On.51 Al primero lo llamó Manasés, porque dijo: «Dios ha hecho que me olvide de todos mis problemas, y de mi casa paterna.»52 Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo: «Dios me ha hecho fecundo en esta tierra donde he sufrido.» 53 Los siete años de abundancia en Egipto llegaron a su fin54 y, tal como José lo había anunciado, comenzaron los siete años de hambre, la cual se extendió por todos los países. Pero a lo largo y a lo ancho del territorio de Egipto había alimento.55 Cuando también en Egipto comenzó a sentirse el hambre, el pueblo clamó al faraón pidiéndole comida. Entonces el faraón le dijo a todo el pueblo de Egipto: «Vayan a ver a José, y hagan lo que él les diga.» 56 Cuando ya el hambre se había extendido por todo el territorio, y había arreciado, José abrió los graneros para vender alimento a los egipcios.57 Además, de todos los países llegaban a Egipto para comprarle alimento a José, porque el hambre cundía ya por todo el mundo.

capítulo 42

Los hermanos de José van a Egipto 1 Cuando Jacob se enteró de que había alimento en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Qué hacen ahí parados, mirándose unos a otros?2 He sabido que hay alimento en Egipto. Vayan allá y compren comida para nosotros, para que no muramos, sino que podamos sobrevivir.» 3 Diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar alimento.4 Pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José, se fuera con ellos porque pensó que podría sucederle alguna desgracia.5 Fue así como los hijos de Israel fueron a comprar alimento, al igual que otros, porque el hambre se había apoderado de Canaán. 6 José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a todo el mundo. Cuando sus hermanos llegaron ante él, se postraron rostro en tierra.7 En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció; pero, fingiendo no conocerlos, les habló con rudeza: —¡Y ustedes!, ¿de dónde vienen?

—Venimos de Canaán, para comprar alimento —contestaron. 8 Aunque José los había reconocido, sus hermanos no lo reconocieron a él.9 En ese momento se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:

—¡De seguro ustedes son espías, y han venido para investigar las zonas desprotegidas del país! 10 —¡No, señor! —respondieron—. Sus siervos hemos venido a comprar alimento.11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además somos gente honrada. ¡Sus siervos no somos espías! 12 —¡No es verdad! —insistió José—. Ustedes han venido para investigar las zonas desprotegidas del país. 13 Pero ellos volvieron a responder:

—Nosotros, sus siervos, éramos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre que vive en Canaán. El menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no vive. 14 Pero José los increpó una vez más:

—Es tal como les he dicho. ¡Ustedes son espías!15 Y con esto lo vamos a comprobar: Les juro por la vida del faraón, que de aquí no saldrán con vida a menos que traigan a su hermano menor.16 Manden a uno de ustedes a buscar a su hermano; los demás se quedarán en la cárcel. Así sabremos si es verdad lo que dicen. Y si no es así, ¡por la vida del faraón, ustedes son espías! 17 José los encerró en la cárcel durante tres días.18 Al tercer día les dijo:

—Yo soy un hombre temeroso de Dios. Hagan lo siguiente y salvarán su vida.19 Si en verdad son honrados, quédese uno de ustedes bajo custodia, y vayan los demás y lleven alimento para calmar el hambre de sus familias.20 Pero tráiganme a su hermano menor y pruébenme que dicen la verdad. Así no morirán.

Ellos aceptaron la propuesta,21 pero se decían unos a otros:

—Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos. 22 Entonces habló Rubén:

—Yo les advertí que no le hicieran daño al muchacho, pero no me hicieron caso. ¡Ahora tenemos que pagar el precio de su sangre! 23 Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo.24 José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego, cuando se controló y pudo hablarles, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos. 25 José dio también la orden de que llenaran de alimentos sus costales, que repusieran en cada una de sus bolsas el dinero que habían pagado, y que les dieran provisiones para el viaje. Y así se hizo.26 Entonces ellos cargaron el alimento sobre sus asnos y emprendieron el viaje de vuelta. 27 Cuando llegaron al lugar donde acamparían esa noche, uno de ellos abrió su bolsa para darle de comer a su asno, ¡y allí en la abertura descubrió su dinero!28 Entonces les dijo a sus hermanos:

—¡Me devolvieron el dinero! Miren, ¡aquí está, en mi bolsa!

Los otros se asustaron mucho, y temblando se decían unos a otros:

—¿Qué es lo que Dios nos ha hecho? 29 Al llegar a Canaán, donde estaba su padre Jacob, le contaron todo lo que les había sucedido: 30 —El hombre que gobierna aquel país nos trató con rudeza, a tal grado que nos acusó de ser espías.31 Nosotros le dijimos: "Somos gente honrada. No somos espías." 32 Además, le dijimos: "Somos doce hermanos, hijos de un mismo padre. Uno ya no vive, y el menor se ha quedado con nuestro padre en Canaán." 33 »Entonces el hombre que gobierna aquel país nos dijo: "Con esto voy a comprobar si en verdad son gente honrada. Dejen aquí conmigo a uno de sus hermanos, y vayan a llevar alimento para calmar el hambre de sus familias.34 Pero a la vuelta tráiganme a su hermano menor. Así comprobaré que no son espías, y que en verdad son gente honrada. Luego les entregaré de vuelta a su hermano, y podrán moverse[a]con libertad por el país." 35 Cuando comenzaron a vaciar sus costales, se encontraron con que la bolsa de dinero de cada uno estaba allí. Esto hizo que ellos y su padre se llenaran de temor.36 Entonces Jacob, su padre, les dijo:

—¡Ustedes me van a dejar sin hijos! José ya no está con nosotros, Simeón tampoco está aquí, ¡y ahora se quieren llevar a Benjamín! ¡Todo esto me perjudica! 37 Pero Rubén le dijo a su padre:

—Yo me hago cargo de Benjamín. Si no te lo devuelvo, podrás matar a mis dos hijos. 38 —¡Mi hijo no se irá con ustedes! —replicó Jacob—. Su hermano José ya está muerto, y ahora sólo él me queda. Si le llega a pasar una desgracia en el viaje que van a emprender, ustedes tendrán la culpa de que este pobre viejo se muera de tristeza.

capítulo 43

Los hermanos de José vuelven a Egipto 1 El hambre seguía aumentando en aquel país.2 Llegó el momento en que se les acabó el alimento que habían llevado de Egipto. Entonces su padre les dijo: —Vuelvan a Egipto y compren un poco más de alimento para nosotros. 3 Pero Judá le recordó:

—Aquel hombre nos advirtió claramente que no nos presentáramos ante él, a menos que lo hiciéramos con nuestro hermano menor.4 Si tú nos permites llevar a nuestro hermano menor, iremos a comprarte alimento.5 De lo contrario, no tiene objeto que vayamos. Aquel hombre fue muy claro en cuanto a no presentarnos ante él sin nuestro hermano menor. 6 —¿Por qué me han causado este mal? —inquirió Israel—. ¿Por qué le dijeron a ese hombre que tenían otro hermano? 7 —Porque aquel hombre nos preguntó específicamente acerca de nuestra familia —respondieron ellos—. "¿Vive todavía el padre de ustedes? —nos preguntó—. ¿Tienen algún otro hermano?" Lo único que hicimos fue responder a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos pediría llevar a nuestro hermano menor? 8 Judá le dijo a su padre Israel:

—Bajo mi responsabilidad, envía al muchacho y nos iremos ahora mismo, para que nosotros y nuestros hijos podamos seguir viviendo.9 Yo te respondo por su seguridad; a mí me pedirás cuentas. Si no te lo devuelvo sano y salvo, yo seré el culpable ante ti para toda la vida.10 Si no nos hubiéramos demorado tanto, ¡ya habríamos ido y vuelto dos veces! 11 Entonces Israel, su padre, les dijo:

—Ya que no hay más remedio, hagan lo siguiente: Echen en sus costales los mejores productos de esta región, y llévenselos de regalo a ese hombre: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces, almendras.12 Lleven también el doble del dinero, pues deben devolver el que estaba en sus bolsas, ya que seguramente fue un error.13 Vayan con su hermano menor y preséntense ante ese hombre.14 ¡Que el Dios *Todopoderoso permita que ese hombre les tenga compasión y deje libre a su otro hermano, y además vuelvan con Benjamín! En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé! 15 Ellos tomaron los regalos, el doble del dinero, y a Benjamín, y emprendieron el viaje a Egipto. Allí se presentaron ante José.16 Cuando éste vio a Benjamín con ellos, le dijo a su mayordomo: «Lleva a estos hombres a mi casa. Luego, mata un animal y prepáralo, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía.» 17 El mayordomo cumplió la orden y los llevó a la casa de José.18 Al ver ellos que los llevaban a la casa de José, se asustaron mucho y se dijeron: «Nos llevan por causa del dinero que se puso en nuestras bolsas la vez pasada. Ahora nos atacarán, nos acusarán, y hasta nos harán sus esclavos, con nuestros animales y todo.» 19 Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y antes de entrar le dijeron: 20 —Perdón, señor: nosotros ya vinimos antes para comprar alimento;21 pero a nuestro regreso, cuando acampamos para pasar la noche, descubrimos que en cada una de nuestras bolsas estaba el dinero que habíamos pagado. ¡Pero lo hemos traído para devolverlo!22 También hemos traído más dinero para comprar alimento. ¡No sabemos quién pudo haber puesto el dinero de vuelta en nuestras bolsas! 23 —Está bien, no tengan miedo —contestó aquel hombre—. El Dios de ustedes y de su padre habrá puesto ese tesoro en sus bolsas. A mí me consta que recibí el dinero que ustedes pagaron.

El mayordomo les llevó a Simeón,24 y a todos los hizo pasar a la casa de José. Allí les dio agua para que se lavaran los pies, y les dio de comer a sus asnos.25 Ellos, por su parte, prepararon los regalos, mientras esperaban que José llegara al mediodía, pues habían oído que comerían allí. 26 Cuando José entró en su casa, le entregaron los regalos que le habían llevado, y rostro en tierra se postraron ante él.27 José les preguntó cómo estaban, y añadió:

—¿Cómo está su padre, el anciano del cual me hablaron? ¿Vive todavía? 28 —Nuestro padre, su siervo, se encuentra bien, y todavía vive —respondieron ellos.

Y en seguida le hicieron una reverencia para honrarlo.29 José miró a su alrededor y, al ver a Benjamín, su hermano de padre y madre, les preguntó:

—¿Es éste su hermano menor, del cual me habían hablado? ¡Que Dios te guarde, hijo mío! 30 Conmovido por la presencia de su hermano, y no pudiendo contener el llanto, José salió de prisa. Entró en su habitación, y allí se echó a llorar desconsoladamente.31 Después se lavó la cara y, ya más calmado, salió y ordenó: «¡Sirvan la comida!» 32 A José le sirvieron en un sector, a los hermanos en otro, y en otro más a los egipcios que comían con José. Los egipcios no comían con los hebreos porque, para los habitantes de Egipto, era una abominación.33 Los hermanos de José estaban sentados frente a él, de mayor a menor, y unos a otros se miraban con asombro.34 Las porciones les eran servidas desde la mesa de José, pero a Benjamín se le servían porciones mucho más grandes que a los demás. En compañía de José, todos bebieron y se alegraron.

capítulo 44

La copa de José 1 Más tarde, José ordenó al mayordomo de su casa: «Llena con todo el alimento que les quepa los costales de estos hombres, y pon en sus bolsas el dinero de cada uno de ellos.2 Luego mete mi copa de plata en la bolsa del hermano menor, junto con el dinero que pagó por el alimento.» Y el mayordomo hizo todo lo que José le ordenó. 3 A la mañana siguiente, muy temprano, los hermanos de José fueron enviados de vuelta, junto con sus asnos.4 Todavía no estaban muy lejos de la ciudad cuando José le dijo al mayordomo de su casa: «¡Anda! ¡Persigue a esos hombres! Cuando los alcances, diles: "¿Por qué me han pagado mal por bien?5 ¿Por qué han robado la copa que usa mi señor para beber y para adivinar? ¡Esto que han hecho está muy mal!" » 6 Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió esas mismas palabras.7 Pero ellos respondieron: —¿Por qué nos dice usted tales cosas, mi señor? ¡Lejos sea de nosotros actuar de esa manera!8 Es más, nosotros le trajimos de vuelta de Canaán el dinero que habíamos pagado, pero que encontramos en nuestras bolsas. ¿Por qué, entonces, habríamos de robar oro o plata de la casa de su señor?9 Si se encuentra la copa en poder de alguno de nosotros, que muera el que la tenga, y el resto de nosotros seremos esclavos de mi señor. 10 —Está bien —respondió el mayordomo—, se hará como ustedes dicen, pero sólo el que tenga la copa en su poder será mi esclavo; el resto de ustedes quedará libre de todo cargo. 11 En seguida cada uno de ellos bajó al suelo su bolsa y la abrió.12 El mayordomo revisó cada bolsa, comenzando con la del hermano mayor y terminando con la del menor. ¡Y encontró la copa en la bolsa de Benjamín!13 Al ver esto, los hermanos de José se rasgaron las vestiduras en señal de duelo y, luego de cargar sus asnos, volvieron a la ciudad. 14 Todavía estaba José en su casa cuando llegaron Judá y sus hermanos. Entonces se postraron rostro en tierra,15 y José les dijo:

—¿Qué manera de portarse es ésta? ¿Acaso no saben que un hombre como yo puede adivinar? 16 —¡No sabemos qué decirle, mi señor! —contestó Judá—. ¡No hay excusa que valga! ¿Cómo podemos demostrar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la maldad de sus siervos. Aquí nos tiene usted: somos sus esclavos, nosotros y el que tenía la copa. 17 —¡Jamás podría yo actuar de ese modo! —respondió José—. Sólo será mi esclavo el que tenía la copa en su poder. En cuanto a ustedes, regresen tranquilos a la casa de su padre. 18 Entonces Judá se acercó a José para decirle:

—Mi señor, no se enoje usted conmigo, pero le ruego que me permita hablarle en privado. Para mí, usted es tan importante como el faraón.19 Cuando mi señor nos preguntó si todavía teníamos un padre o algún otro hermano,20 nosotros le contestamos que teníamos un padre anciano, y un hermano que le nació a nuestro padre en su vejez. Nuestro padre quiere muchísimo a este último porque es el único que le queda de la misma madre, ya que el otro murió.21 Entonces usted nos obligó a traer a este hermano menor para conocerlo.22 Nosotros le dijimos que el joven no podía dejar a su padre porque, si lo hacía, seguramente su padre moriría.23 Pero usted insistió y nos advirtió que, si no traíamos a nuestro hermano menor, nunca más seríamos recibidos en su presencia.24 Entonces regresamos adonde vive mi padre, su siervo, y le informamos de todo lo que usted nos había dicho.25 Tiempo después nuestro padre nos dijo: "Vuelvan otra vez a comprar un poco de alimento." 26 Nosotros le contestamos: "No podemos ir si nuestro hermano menor no va con nosotros. No podremos presentarnos ante hombre tan importante, a menos que nuestro hermano menor nos acompañe." 27 Mi padre, su siervo, respondió: Üstedes saben que mi esposa me dio dos hijos.28 Uno desapareció de mi lado, y no he vuelto a verlo. Con toda seguridad fue despedazado por las fieras.29 Si también se llevan a éste, y le pasa alguna desgracia, ¡ustedes tendrán la culpa de que este pobre viejo se muera de tristeza!" 30 »Así que, si yo regreso a mi padre, su siervo, y el joven, cuya *vida está tan unida a la de mi padre, no regresa con nosotros,31 seguramente mi padre, al no verlo, morirá, y nosotros seremos los culpables de que nuestro padre se muera de tristeza.32 Este siervo suyo quedó ante mi padre como responsable del joven. Le dije: "Si no te lo devuelvo, padre mío, seré culpable ante ti toda mi vida." 33 Por eso, permita usted que yo me quede como esclavo suyo en lugar de mi hermano menor, y que él regrese con sus hermanos.34 ¿Cómo podré volver junto a mi padre si mi hermano menor no está conmigo? ¡No soy capaz de ver la desgracia que le sobrevendrá a mi padre!

capítulo 45

José se da a conocer 1 José ya no pudo controlarse delante de sus servidores, así que ordenó: «¡Que salgan todos de mi presencia!» Y ninguno de ellos quedó con él. Cuando se dio a conocer a sus hermanos,2 comenzó a llorar tan fuerte que los egipcios se enteraron, y la noticia llegó hasta la casa del faraón. 3 —Yo soy José —les declaró a sus hermanos—. ¿Vive todavía mi padre? Pero ellos estaban tan pasmados que no atinaban a contestarle.4 No obstante, José insistió:

—¡Acérquense!

Cuando ellos se acercaron, él añadió:

—Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto.5 Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas.6 Desde hace dos años la región está sufriendo de hambre, y todavía faltan cinco años más en que no habrá siembras ni cosechas.7 Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria[a] y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra.8 Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor[b] del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto.9 ¡Vamos, apúrense! Vuelvan a la casa de mi padre y díganle: "Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho gobernador de todo Egipto. Ven a verme. No te demores.10 Vivirás en la región de Gosén, cerca de mí, con tus hijos y tus nietos, y con tus ovejas, y vacas y todas tus posesiones.11 Yo les proveeré alimento allí, porque aún quedan cinco años más de hambre. De lo contrario, tú y tu familia, y todo lo que te pertenece, caerán en la miseria.’ " 12 Además, ustedes y mi hermano Benjamín son testigos de que yo mismo lo he dicho.13 Cuéntenle a mi padre del prestigio que tengo en Egipto, y de todo lo que han visto. ¡Pero apúrense y tráiganlo ya! 14 Y abrazó José a su hermano Benjamín, y comenzó a llorar. Benjamín, a su vez, también lloró abrazado a su hermano José.15 Luego José, bañado en lágrimas, besó a todos sus hermanos. Sólo entonces se animaron ellos a hablarle. 16 Cuando llegó al palacio del faraón la noticia de que habían llegado los hermanos de José, tanto el faraón como sus funcionarios se alegraron.17 Y el faraón le dijo a José: «Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vuelvan a Canaán.18 Que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y comerán de la abundancia de este país.19 Diles, además, que se lleven carros de Egipto para traer a sus niños y mujeres, y también al padre de ustedes,20 y que no se preocupen por las cosas que tengan que dejar, porque lo mejor de todo Egipto será para ustedes.» 21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les proporcionó los carros, conforme al mandato del faraón, y también les dio provisiones para el viaje.22 Además, a cada uno le dio ropa nueva, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa.23 A su padre le envió lo siguiente: diez asnos cargados con lo mejor de Egipto, diez asnas cargadas de cereales, y pan y otras provisiones para el viaje de su padre.24 Al despedirse de sus hermanos, José les recomendó: «¡No se vayan peleando por el camino!» 25 Los hermanos de José salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde residía su padre Jacob.26 Al llegar le dijeron: «¡José vive, José vive! ¡Es el gobernador de todo Egipto!» Jacob quedó atónito y no les creía,27 pero ellos le repetían una y otra vez todo lo que José les había dicho. Y cuando su padre Jacob vio los carros que José había enviado para llevarlo, se reanimó.28 Entonces exclamó: «¡Con esto me basta! ¡Mi hijo José aún vive! Iré a verlo antes de morirme.»

capítulo 46

Jacob viaja a Egipto 1 Israel emprendió el viaje con todas sus pertenencias. Al llegar a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.2 Esa noche Dios le habló a Israel en una visión: —¡Jacob! ¡Jacob!

—Aquí estoy —respondió. 3 —Yo soy Dios, el Dios de tu padre —le dijo—. No tengas temor de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.4 Yo te acompañaré a Egipto, y yo mismo haré que vuelvas. Además, cuando mueras, será José quien te cierre los ojos. 5 Luego Jacob salió de Berseba, y los hijos de Israel hicieron que su padre Jacob, y sus hijos y sus mujeres, subieran en los carros que el faraón había enviado para trasladarlos.6 También se llevaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Fue así como Jacob y sus descendientes llegaron a Egipto.7 Con él se llevó a todos sus hijos, hijas, nietos y nietas, es decir, a todos sus descendientes.

8 Éstos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto, es decir, Jacob y sus hijos: Rubén, el primogénito de Jacob.9 Los hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de una cananea.11 Los hijos de Leví: Guersón, Coat y Merari.12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zera. (Er y Onán habían muerto en Canaán). Los hijos de Fares: Jezrón y Jamul.13 Los hijos de Isacar: Tola, Fuvá, Job y Simrón.14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Yalel. 15 Éstos fueron los hijos que Jacob tuvo con Lea en Padán Aram,[a] además de su hija Dina. En total, entre hombres y mujeres eran treinta y tres personas.16 Los hijos de Gad: Zefón, Jaguí, Esbón, Suni, Erí, Arodí y Arelí.17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá, y su hermana que se llamaba Sera. Los hijos de Beriá: Héber y Malquiel. 18 Éstos fueron los hijos que Zilpá tuvo con Jacob. Zilpá era la esclava que Labán le había regalado a su hija Lea. Sus descendientes eran en total dieciséis personas.19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín.20 En Egipto, José tuvo los siguientes hijos con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On: Manasés y Efraín.21 Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard. 22 Éstos fueron los descendientes de Jacob y Raquel, en total catorce personas.23 El hijo de Dan: Jusín.24 Los hijos de Neftalí: Yazel, Guní, Jéser y Silén. 25 Éstos fueron los hijos que Jacob tuvo con Bilhá. Ella era la esclava que Labán le regaló a su hija Raquel. El total de sus descendientes fue de siete personas.

26 Todos los familiares de Jacob que llegaron a Egipto, y que eran de su misma sangre, fueron sesenta y seis, sin contar a las nueras.27 José tenía dos hijos que le nacieron en Egipto. En total los familiares de Jacob que llegaron a Egipto fueron setenta.

28 Jacob mandó a Judá que se adelantara para que le anunciara a José su llegada y éste lo recibiera en Gosén. Cuando llegaron a esa región,29 José hizo que prepararan su carruaje, y salió a Gosén para recibir a su padre Israel. Cuando se encontraron, José se fundió con su padre en un abrazo, y durante un largo rato lloró sobre su hombro.30 Entonces Israel le dijo a José:

—¡Ya me puedo morir! ¡Te he visto y aún estás con vida! 31 José les dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:

—Voy a informarle al faraón que mis hermanos y la familia de mi padre, quienes vivían en Canaán, han venido a quedarse conmigo.32 Le diré que ustedes son pastores que cuidan ganado, y que han traído sus ovejas y sus vacas, y todo cuanto tenían.33 Por eso, cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican,34 díganle que siempre se han ocupado de cuidar ganado, al igual que sus antepasados. Así podrán establecerse en la región de Gosén, pues los egipcios detestan el oficio de pastor.

capítulo 47

1 José fue a informarle al faraón, y le dijo: —Mi padre y mis hermanos han venido desde Canaán con sus ovejas y sus vacas y todas sus pertenencias. Ya se encuentran en la región de Gosén. 2 Además, José había elegido a cinco de sus hermanos para presentárselos al faraón.3 Y éste les preguntó:

—¿En qué trabajan ustedes?

—Nosotros, sus siervos, somos pastores, al igual que nuestros antepasados —respondieron ellos—.4 Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán ya no hay pastos para nuestros rebaños. ¡Es terrible el hambre que acosa a ese país! Por eso le rogamos a usted nos permita vivir en la región de Gosén. 5 Entonces el faraón le dijo a José:

—Tu padre y tus hermanos han venido a estar contigo.6 La tierra de Egipto está a tu disposición. Haz que se asienten en lo mejor de la tierra; que residan en la región de Gosén. Y si sabes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos a cargo de mi propio ganado. 7 Luego José llevó a Jacob, su padre, y se lo presentó al faraón. Jacob saludó al faraón con reverencia,[a]8 y el faraón le preguntó:

—¿Cuántos años tienes? 9 —Ya tengo ciento treinta años —respondió Jacob—. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados. 10 Luego Jacob se despidió del faraón con sumo respeto,[b] y se retiró de su presencia. 11 José instaló a su padre y a sus hermanos, y les entregó terrenos en la mejor región de Egipto, es decir, en el distrito de Ramsés, tal como lo había ordenado el faraón.12 José también proveyó de alimentos a su padre y a sus hermanos, y a todos sus familiares, según las necesidades de cada uno.


La administración de José 13 El hambre en Egipto y en Canaán era terrible. No había alimento en ninguna parte, y la gente estaba a punto de morir.14 Todo el dinero que los habitantes de Egipto y de Canaán habían pagado por el alimento, José lo recaudó para depositarlo en el palacio del faraón.15 Cuando a egipcios y cananeos se les acabó el dinero, los egipcios fueron a ver a José y le reclamaron: —¡Dénos de comer! ¿Hemos de morir en su presencia sólo porque no tenemos más dinero? 16 Y José les contestó:

—Si ya se les acabó el dinero, traigan su ganado y, a cambio, les daré alimento. 17 Los egipcios llevaron a José su ganado, es decir, sus caballos, vacas, ovejas y asnos, y a cambio de ellos José les dio alimento durante todo ese año.18 Al año siguiente fueron a decirle a José:

—Señor, no podemos ocultar el hecho de que ya no tenemos más dinero, y de que todo nuestro ganado ya es suyo. Ya no tenemos nada que ofrecerle, de no ser nuestros propios cuerpos y nuestras tierras.19 ¿Va usted a permitir que nos muramos junto con nuestras tierras? Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Así seremos esclavos del faraón junto con nuestras tierras. ¡Pero dénos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada! 20 De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, obligados por el hambre, le vendieron todos sus terrenos. Fue así como todo el país llegó a ser propiedad del faraón,21 y todos en Egipto quedaron reducidos a la esclavitud.[c]22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes. Éstos no tuvieron que vender sus terrenos porque recibían una ración de alimento de parte del faraón. 23 Luego José le informó al pueblo:

—Desde ahora ustedes y sus tierras pertenecen al faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla. Siembren la tierra.24 Cuando llegue la cosecha, deberán entregarle al faraón la quinta parte de lo cosechado. Las otras cuatro partes serán para la siembra de los campos, y para alimentarlos a ustedes, a sus hijos y a sus familiares. 25 —¡Usted nos ha salvado la vida, y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón! 26 José estableció esta ley en toda la tierra de Egipto, que hasta el día de hoy sigue vigente: la quinta parte de la cosecha le pertenece al faraón. Sólo las tierras de los sacerdotes no llegaron a ser del faraón. 27 Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosén. Allí adquirieron propiedades, prosperaron y llegaron a ser muy numerosos.28 Jacob residió diecisiete años en Egipto, y llegó a vivir un total de ciento cuarenta y siete años.29 Cuando Israel estaba a punto de morir, mandó llamar a su hijo José y le dijo:

—Si de veras me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y prométeme amor y lealtad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto!30 Cuando vaya a descansar junto a mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos.

—Haré lo que me pides —contestó José. 31 —¡Júramelo! —insistió su padre.

José se lo juró, e Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.

capítulo 48

Bendición de Efraín y Manasés 1 Poco tiempo después le informaron a José que su padre estaba enfermo. Entonces fue a visitarlo y llevó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.2 Cuando le avisaron a Jacob que su hijo venía a verlo, hizo un esfuerzo, se sentó en la cama3 y le dijo a José: —El Dios *Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo4 con esta promesa: "Te haré fecundo, te multiplicaré, y haré que tus descendientes formen una comunidad de naciones. Además, a tu descendencia le daré esta tierra como su posesión perpetua." 5 Ahora bien, los dos hijos que te nacieron aquí en Egipto, antes de que me reuniera contigo, serán considerados míos. Efraín y Manasés serán tan míos como lo son Rubén y Simeón.6 Los hijos que tengas después de ellos serán tuyos, y a través de sus hermanos recibirán su herencia.7 Cuando yo regresaba de Padán Aram,[a] tu madre murió cerca de Efrata, en tierra de Canaán, y allí la sepulté junto al camino de Efrata, es decir, Belén. 8 Al ver a los hijos de José, Israel preguntó:

—Y estos chicos, ¿quiénes son? 9 —Son los hijos que Dios me ha concedido aquí —le respondió José a su padre.

Entonces Israel le dijo:

—Acércalos, por favor, para que les dé mi bendición. 10 Israel ya era muy anciano, y por su avanzada edad casi no podía ver; por eso José los acercó, y su padre los besó y abrazó.11 Luego le dijo a José:

—Ya había perdido la esperanza de volver a verte, ¡y ahora Dios me ha concedido ver también a tus hijos! 12 José los retiró de las rodillas de Israel y se postró rostro en tierra.13 Luego tomó a sus dos hijos, a Efraín con la *derecha y a Manasés con la izquierda, y se los presentó a su padre. De esta manera Efraín quedó a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha.14 Pero Israel, al extender las manos, las entrecruzó y puso su derecha sobre la cabeza de Efraín, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, aunque era el mayor.15 Y los bendijo con estas palabras: «Que el Dios en cuya presencia caminaron mis padres, Abraham e Isaac, el Dios que me ha guiado desde el día en que nací hasta hoy, 16 el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que por medio de ellos sea recordado mi *nombre y el de mis padres, Abraham e Isaac. Que crezcan y se multipliquen sobre la tierra.» 17 A José no le agradó ver que su padre pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, así que tomando la mano de su padre, la pasó de la cabeza de Efraín a la de Manasés,18 mientras le reclamaba:

—¡Así no, padre mío! ¡Pon tu mano derecha sobre la cabeza de éste, que es el primogénito! 19 Pero su padre se resistió, y le contestó:

—¡Ya lo sé, hijo, ya lo sé! También él gestará a un pueblo, y llegará a ser importante. Pero su hermano menor será aún más importante, y su descendencia dará origen a muchas naciones. 20 Aquel día Jacob los bendijo así: «Ésta será la bendición que en Israel se habrá de pronunciar: "Que Dios cuide de ti como cuidó de Efraín y de Manasés." »

De este modo, Israel dio a Efraín la primacía sobre Manasés. 21 Finalmente, Israel le dijo a José:

—Yo estoy a punto de morir; pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus antepasados.22 Y a ti, que estás por encima de tus hermanos, te doy Siquén,[b] tierra que luchando a brazo partido[c] arrebaté a los amorreos.

capítulo 49

Jacob bendice a sus hijos 1 Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reúnanse, que voy a declararles lo que les va a suceder en el futuro: 2 »Hijos de Jacob: acérquense y escuchen; presten atención a su padre Israel.

3 »Tú, Rubén, eres mi primogénito, primer fruto de mi fuerza y virilidad, primero en honor y en poder. 4 Impetuoso como un torrente, ya no serás el primero: te acostaste en mi cama; profanaste la cama de tu propio padre.

5 »Simeón y Leví son chacales;[a] sus espadas[b] son instrumentos de violencia. 6 ¡No quiero participar de sus reuniones, ni arriesgar mi honor en sus asambleas! En su furor mataron *hombres, y por capricho mutilaron toros. 7 ¡Malditas sean la violencia de su enojo y la crueldad de su furor! Los dispersaré en el país de Jacob, los desparramaré en la tierra de Israel.

8 »Tú, Judá, serás alabado[c] por tu hermanos; dominarás a tus enemigos, y tus propios hermanos se inclinarán ante ti. 9 Mi hijo Judá es como un cachorro de león que se ha nutrido de la presa. Se tiende al acecho como león, como leona que nadie se atreve a molestar. 10 El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey,[d] quien merece la obediencia de los pueblos. 11 Judá amarra su asno a la vid, y la cría de su asno a la mejor cepa; lava su ropa en vino; su manto, en la sangre de las uvas. 12 Sus ojos son más oscuros que el vino; sus dientes, más blancos que la leche.[e]

13 »Zabulón vivirá a la orilla del mar; será puerto seguro para las naves, y sus fronteras llegarán hasta Sidón.

14 »Isacar es un asno fuerte echado entre dos alforjas. 15 Al ver que el establo era bueno y que la tierra era agradable, agachó el hombro para llevar la carga y se sometió a la esclavitud.

16 »Dan hará justicia en su pueblo, como una de las tribus de Israel. 17 Dan es una serpiente junto al camino, una víbora junto al sendero, que muerde los talones del caballo y hace caer de espaldas al jinete.

18 »¡Señor, espero tu *salvación!

19 »Las hordas atacan a Gad, pero él las atacará por la espalda.

20 »Aser disfrutará de comidas deliciosas; ofrecerá manjares de reyes.

21 »Neftalí es una gacela libre, que tiene hermosos cervatillos.[f]

22 »José es un retoño fértil, fértil retoño junto al agua, cuyas ramas trepan por el muro. 23 Los arqueros lo atacaron sin piedad; le tiraron flechas, lo hostigaron. 24 Pero su arco se mantuvo firme, porque sus brazos son fuertes. ¡Gracias al Dios fuerte de Jacob, al Pastor y Roca de Israel! 25 ¡Gracias al Dios de tu padre, que te ayuda! ¡Gracias al *Todopoderoso, que te bendice! ¡Con bendiciones de lo alto! ¡Con bendiciones del abismo! ¡Con bendiciones de los pechos y del seno materno! 26 Son mejores las bendiciones de tu padre que las de los montes de antaño, que la abundancia de las colinas eternas. ¡Que descansen estas bendiciones sobre la cabeza de José, sobre la frente del escogido entre sus hermanos!

27 »Benjamín es un lobo rapaz que en la mañana devora la presa y en la tarde reparte los despojos.» 28 Éstas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo cuando impartió a cada una de ellas su bendición.


Muerte de Jacob 29 Además, Jacob les dio estas instrucciones: «Ya estoy a punto de reunirme con los míos. Entiérrenme junto a mis antepasados, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita.30 Se trata de la cueva de Macpela, frente a Mamré, en la tierra de Canaán. Está en el campo que Abraham le compró a Efrón el hitita, para que fuera el sepulcro de la familia.31 Allí fueron sepultados Abraham y su esposa Sara, Isaac y su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lea.32 Ese campo y su cueva se les compró a los hititas.» 33 Cuando Jacob terminó de dar estas instrucciones a sus hijos, volvió a acostarse, exhaló el último suspiro, y fue a reunirse con sus antepasados.

capítulo 50

1 Entonces José se abrazó al cuerpo de su padre y, llorando, lo besó.2 Luego ordenó a los médicos a su servicio que embalsamaran el cuerpo, y así lo hicieron.3 El proceso para embalsamarlo tardó unos cuarenta días, que es el tiempo requerido. Los egipcios, por su parte, guardaron luto por Israel durante setenta días. 4 Pasados los días de duelo, José se dirigió así a los miembros de la corte del faraón: —Si me he ganado el respeto de la corte, díganle por favor al faraón5 que mi padre, antes de morirse, me hizo jurar que yo lo sepultaría en la tumba que él mismo se preparó en la tierra de Canaán. Por eso le ruego encarecidamente me permita ir a sepultar a mi padre, y luego volveré. 6 El faraón le respondió:

—Ve a sepultar a tu padre, conforme a la promesa que te pidió hacerle. 7 José fue a sepultar a su padre, y lo acompañaron los servidores del faraón, es decir, los ancianos de su corte y todos los ancianos de Egipto.8 A éstos se sumaron todos los familiares de José, es decir, sus hermanos y los de la casa de Jacob. En la región de Gosén dejaron únicamente a los niños y a los animales.9 También salieron con él carros y jinetes, formando así un cortejo muy grande. 10 Al llegar a la era de Hatad, que está cerca del río Jordán, hicieron grandes y solemnes lamentaciones. Allí José guardó luto por su padre durante siete días.11 Cuando los cananeos que vivían en esa región vieron en la era de Hatad aquellas manifestaciones de duelo, dijeron: «Los egipcios están haciendo un duelo muy solemne.» Por eso al lugar, que está cerca del Jordán, lo llamaron Abel Misrayin.[a] 12 Los hijos de Jacob hicieron con su padre lo que él les había pedido:13 lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamré, en el mismo campo que Abraham le había comprado a Efrón el hitita para sepultura de la familia.14 Luego de haber sepultado a su padre, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y con toda la gente que lo había acompañado.


La promesa de José a sus hermanos 15 Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: «Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos.»16 Por eso le mandaron a decir: «Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones:17 "Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él." Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre.» Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar.18 Luego sus hermanos se presentaron ante José, se inclinaron delante de él y le dijeron:

—Aquí nos tienes; somos tus esclavos. 19 —No tengan miedo —les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios?20 Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.21 Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos.

Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.


Muerte de José 22 José y la familia de su padre permanecieron en Egipto. Alcanzó la edad de ciento diez años,23 y llegó a ver nacer a los hijos de Efraín hasta la tercera generación. Además, cuando nacieron los hijos de Maquir, hijo de Manasés, él los recibió sobre sus rodillas.[b] 24 Tiempo después, José les dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir, pero sin duda Dios vendrá a ayudarlos, y los llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob.»25 Entonces José hizo que sus hijos le prestaran juramento. Les dijo: «Sin duda Dios vendrá a ayudarlos. Cuando esto ocurra, ustedes deberán llevarse de aquí mis huesos.» 26 José murió en Egipto a los ciento diez años de edad. Una vez que lo embalsamaron, lo pusieron en un ataúd.

Referencias relacionadas

Ve También

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